Editoriales

Impuestos contra la recuperación

Es necesaria una reforma fiscal: bajar los tipos de las principales figuras impositivas y ampliar la base de contribuyentes.

El Gobierno dio ayer una nueva vuelta de tuerca a la política fiscal con la eliminación de deducciones en Sociedades; la subida de la imposición sobre el alcohol y el tabaco, y la prórroga de la subida del IBI hasta 2016.

En realidad, el Gobierno ha decidido mantener hasta esa fecha todas las subidas tributarias, a excepción del IRPF que bajará en 2015, coincidiendo con el último año de legislatura.

Esta política tiene el efecto de un tornillo pasado de rosca, cuyo resultado es el agotamiento impositivo.

España se sitúa entre los estados de la UE con menor rendimiento tributario por detrás de Grecia y Portugal. Un estudio de Freemarket concluye que los ingresos caerán un 6,7 por ciento este año pese a los incrementos de Montoro. Desde que accedió a la cartera de Hacienda, este ministro, en contra del programa con el que el PP ganó las elecciones, no ha hecho más que subir impuestos y, además, ha incidido sobre los que tienen mayor impacto depresivo sobre la economía: Renta, Sociedades y ganancias de capital.

La subida del IVA, que fue una exigencia de Bruselas por su menor incidencia sobre la actividad económica, no ha servido para atajar el fraude, que Montoro no sabe combatir. Impuso una absurda amnistía fiscal que, ni de lejos, alcanzó los objetivos previstos, y ahora ensaya con las ferias (como la de Sevilla) y personajes famosos para intimidar a los contribuyentes. Todo menos acometer la necesaria reforma fiscal que nos equipare con nuestro entorno. Es decir, bajar los tipos de las principales figuras impositivas y ampliar la base de contribuyentes. Así aumentaría los ingresos, impulsaría la actividad y acabaría con una política fiscal que constituye el mayor lastre para una reactivación sólida y sostenible.

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