La decisión del presidente de la Junta de Extremadura de rebajar el tramo autonómico del IRPF tiene un componente más cosmético que efectivo, porque en términos reales supondrá un recorte medio de 23 euros por ciudadano. Una cantidad insignificante para las cuentas familiares, pero que sin embargo debe ser aplaudida en el alicaído contexto que atraviesa el país. Se apoya en que el Gobierno local ha hecho sus deberes en términos de déficit y dispone de recorrido para adoptar la medida. Con todo, José Antonio Monago juega con cartas ganadoras porque Extremadura, antiguo bastión socialista, es la autonomía que mayores ingresos netos obtiene del Estado (3.000 millones de euros) y la más beneficiada en su relación presupuestaria.