La vicepresidenta del Gobierno anunció al término del último Consejo de Ministros que se estaba preparando una reforma completa e integral del sistema fiscal. No apuntó, como ahora se ha confirmado, que iba a ser ella y no el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien dirigirá ese cambio en profundidad del sistema tributario. La vicepresidenta toma el control del área económica y lo va a hacer con un planteamiento totalmente distinto del que ha puesto en práctica el titular de Hacienda. Desde el inicio de legislatura, Montoro, en contra del programa electoral, ha abanderado sucesivas subidas de impuestos que, lejos de incrementar la recaudación, lo único que han conseguido ha sido reducir aún más el consumo e incidir negativamente sobre la actividad económica.
Simultáneamente, caía la popularidad del Ejecutivo por la decepción que esta política fiscal causaba hasta entre sus propios votantes. La reforma integral de la fiscalidad que va a pilotar Soraya Sáenz de Santamaría parece tener un enfoque muy distinto, en la línea de ensanchar la base de contribuyentes y bajar impuestos. La vicepresidenta asume, uno tras de otro, los proyectos que Hacienda no es capaz de sacar adelante.
La reestructuración de las Administraciones Públicas es otro ejemplo. Sáenz de Santamaría preside la comisión de esta reforma, cuyas conclusiones están a punto de hacerse públicas, mientras el departamento de Montoro ha tardado meses en alumbrar una reforma local, que tiene trazas de acabar en fracaso. Este balance ha llevado a Rajoy a dar un giro en la política económica mientras sienta las bases de un futuro cambio de gobierno. Y para que no haya equívocos da a Sáenz de Santamaría las riendas del área económica.
