La división del Gobierno a causa de los impuestos no es una novedad, pero ya no se puede disimular. Hay descontento entre los electores y militantes del PP por la política fiscal de Cristóbal Montoro. Malestar que llega al grupo parlamentario y al Ejecutivo porque se están adoptando medidas en contra del programa electoral del PP. José María Aznar, presidente honorario del partido y de Faes, lo expresó sin tapujos en una entrevista por televisión, que ha provocado un maremoto en el PP. Las palabras de Aznar y las declaraciones de Esperanza Aguirre apoyan al ala liberal del Ejecutivo -Arias Cañete, Guindos y Soria- que en vano ha intentado convencer a Mariano Rajoy de que con subidas impositivas no se solucionan los problemas de la economía española.
Montoro argumenta que no hay más remedio que subir la presión fiscal y que gracias a la flexibilización del objetivo de déficit se pagan las pensiones. Con ello corrobora que la carga principal de la reducción del déficit se hace por la vía de los ingresos y no por la vía del gasto. Ha transcurrido año y medio de legislatura y Hacienda todavía no ha puesto en marcha la reforma del sector público, salvo el confuso proyecto de reforma local que ha conocido esta semana.
Tampoco ha promovido una reforma tributaria que aumente la base imponible y baje impuestos. Una forma de recaudar más e impulsar la actividad. La división del Ejecutivo es un serio problema para la acción de gobierno que Rajoy debe solucionar. Sin embargo, hay pocas esperanzas de que cambie de política fiscal, el presidente reiteró ayer que no va a cambiar de rumbo. Rajoy ha elegido la opción equivocada y con ello defrauda a su electorado y, lo que es peor, retrasa la salida de la crisis.