Después de constatar por boca del ministro de Economía, Luis de Guindos, que en 2013 la recesión en España hará que la economía se contraiga en casi un 1,5%, la prima de riesgo dio ayer, por primera vez en muchos meses, una buena noticia. El diferencial con el bono alemán, que mide el nivel de confianza de los inversores en nuestra economía, cerró al borde de los 300 puntos, casi 25 menos que un día antes. Un bajada que ya no es puntual sino que parece estar marcando una tendencia y que se intensificó al darse prácticamente por seguro que Bruselas concederá dos años más a España para situar el déficit en el 3% del PIB. En este clima tan diferente del de días anteriores, las bolsas del continente europeo registraron importantes alzas -el Ibex cerró en un 3,27%-, que indican que los mercados empiezan a dar por concluida la crisis de deuda soberana. ¿Qué ha sucedido para que se produzca este vuelco?
La experiencia de esta larga crisis demuestra que lanzarse al optimismo prematuramente sólo crea más decepción. Aún así se han producido algunos hechos que determinan cambios importantes. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció que la austeridad de la UE para hacer frente a la crisis ha llegado a su límite. Los mercados interpretaron estas palabras como la confirmación de que habría balón de oxígeno para los países periféricos para reducir sus déficit presupuestarios. Bruselas parece que cede ante las presiones del FMI, que advierte a la Eurozona sobre la necesidad de impulsar el crecimiento económico. Por esta misma razón se confía en que Mario Draghi no va a tardar en bajar tipos de interés y a ello se debió el rebote de las bolsas.
Tras reconocer estos signos positivos, la pregunta es si hay razones para afirmar, como dice el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que tras la bajada de la prima se encuentra "el preludio de la recuperación". Los datos del Banco de España sobre el primer trimestre de 2013 y la EPA (Encuesta de Población Activa) que se conocerá el viernes nos sitúan ante una realidad económica que va a tardar tiempo en enderezarse. Sobre todo en lo que concierne al paro y a la debilidad de la demanda interna propia y de nuestros vecinos europeos. Las exportaciones españolas, que es lo único que tira de la economía, se estancaron en el primer trimestre por la atonía de las compras.
El Gobierno hace bien en reconocer, al fin, que la recesión este año va seguir siendo intensa. La caída interanual del PIB es del 2%. La mayor dificultad ahora estriba en cómo solventar el agujero que va a provocar en las cuentas públicas una recesión casi un punto mayor de lo previsto. Sobre los ingresos generará una caída de unos 3.500 millones de euros, que habría que compensar con nuevos ajustes, salvo que la prima de riesgo siga bajando y se estabilice en torno de los 200 o 250 puntos. Esa financiación más barata nos permitiría un ahorro de costes financieros de unos 6.800 millones que equilibraría la pérdida de recaudación.
Rajoy debe utilizar el respiro que da la prima de riesgo y la prórroga de Bruselas para acometer las reformas de calado -reducción del paro y las pensiones- que está estudiando el Gobierno. La Comisión Europea va a examinar con lupa las decisiones que tome el viernes el Consejo de Ministros y no admitirá un anuncio de buenas intenciones sin contenido. El Ejecutivo debe concluir su trabajo para lograr un cambio de modelo económico, que incentive la recuperación y no eche en saco roto los sacrificios de los ciudadanos.