El crecimiento de China durante el primer trimestre -7,7 por ciento-, dos décimas menos que el trimestre anterior, convulsionó ayer los mercados, principalmente de materias primas. Hubo sorpresas porque se esperaba que el PIB llegara al 8 por ciento. La causa del descenso está en la industria, aunque el consumo y el empleo siguen fuertes.
En esta caída influye el desafío lanzado por el Gobierno chino de aumentar el consumo interno y combatir la corrupción. Si es así, China se puede permitir un crecimiento sostenido algo más bajo sin incrementar el paro. La cuestión es si este país puede dejar de pisar el acelerador cuando la recuperación de EEUU se está consolidadndo; Japón experimenta con un nuevo modelo, y la UE sigue en recesión. Eso es lo que asusta.