Un 82,1% de los españoles no confía en el presidente del Gobierno, y el PP ha perdido nueve puntos en intención de voto desde las elecciones. La encuesta del CIS, realizada antes de que estallara el caso Bárcenas, expresa con rotundidad la grave brecha que se ha abierto entre el Gobierno y los ciudadanos. Una parte del desgaste político cosechado por Mariano Rajoy se puede atribuir al ajuste que ha debido realizar, pero la desconfianza de los encuestados tiene raíces más profundas. Los españoles comprenden la necesidad de hacer sacrificios para salir de la crisis; lo que no entienden es cómo el presidente está liderando la situación.
La caída de la popularidad de Rajoy radica en la falta de explicación sobre sus promesas incumplidas, en la languidez e indecisión con que aborda los problemas. Prefiere que los asuntos se pudran, confiado en que la ciudadanía, ocupada en sacar adelante el día a día, acabará olvidándolos. Los electores no firman con su voto un cheque en blanco. Con toda probabilidad, la próxima encuesta del CIS será más dura para el presidente y su partido.
Las novedades diarias en torno al caso Bárcenas, la trama Gürtel y el apoyo a Ana Mato confunden a los ciudadanos y dañan la marca España en el exterior. Una situación que el presidente debe atajar de forma prioritaria. Rajoy debe dar respuestas, en vez de eludir el control del Congreso y rechazar las preguntas de los medios informativos. Luz y taquígrafos contra la corrupción, señor presidente. Si no actúa pronto, este escándalo minará todo su capital político y, sobre todo, se convertirá en un serio obstáculo para que las empresas vuelvan a crear riqueza y se pueda sacar del paro a 6 millones de españoles.