Editoriales

Editorial: Divorciarse siempre es muy caro

Cualquiera que haya pasado por la dolorosa experiencia de un divorcio sabe que, además del desgarro personal, las dificultades económicas que conlleva agravan aún más la separación. En tiempos de crisis muchos matrimonios aguantan, por el coste de la ruptura. A Cataluña le resultaría económicamente muy costoso divorciarse de España. No sirve extrapolar los parámetros económicos actuales, pues una secesión crearía un escenario bien diferente. La prueba está en que ante la deriva soberanista emprendida por Artur Mas, no se ha hecho esperar la reacción de las empresas multinacionales con sede en Cataluña. Primero fue el grupo Planeta quien manifestó su intención de trasladar su sede de Barcelona a Madrid y ayer expresaron la misma intención Sanofi y Procter & Gamble. Las multinacionales conciben España y Portugal como un mercado único y se inquietan cuando oyen hablar de independencia.

Una nueva frontera, en un mundo que tiende a borrarlas, se convierte en un obstáculo que la capacidad de adaptación de las compañías permite superar, aunque implica cambios de funcionamiento y de orientación del negocio, entre ellos variar de sede. Cataluña también vería dañado su potencial exportador.

Ahora es la economía más abierta de todas las autonomías, pero el grueso de sus exportaciones se concentra en 100 empresas, muchas de ellas extranjeras, que difícilmente entenderían una fragmentación del mercado. Muchos matrimonios con una larga vida en común optan por hablar, intentar mejorar su relación y restañar heridas. Esta fórmula funciona sobre todo cuando es más lo que une que lo que separa.

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