El PIB de EEUU dio ayer una sorpresa al obtener en el segundo trimestre un resultado -1,7%- dos décimas mejor de lo previsto, impulsado por las exportaciones y una ligera mejoría en el consumo. Un crecimiento que todavía se considera lento y que previsiblemente se mantendrá así hasta las elecciones presidenciales de noviembre, lo que supone un problema para Obama. A pesar de que mejoran los resultados del sector inmobiliario -en el origen de la crisis- el paro se mantiene en el 8 por ciento y la economía norteamericana ha ido descendiendo desde el 4,1 por ciento que registraba al finalizar 2011. La Reserva Federal prepara nuevas medidas de estímulo, porque la situación interna e internacional sigue siendo muy vulnerable.