Hace una semana Patxi López convocó elecciones en el País Vasco, y ayer firmó la disolución del Parlamento gallego Alberto Núñez Fejóo. Ambos adelantan la convocatoria seis meses sobre la fecha de fin de legislatura presionados por la economía. López argumentó falta de apoyo parlamentario para abordar las reformas necesarias. Todo un reconocimiento de no haber abordado los cambios de calado que precisa el País Vasco, a pesar de que como en Galicia tienen las cuentas bastante más saneadas que el resto. La decisión del presidente de la Xunta -que consultó con Rajoy su decisión para ver si era más o menos conveniente a los intereses electorales del PP esperar hasta marzo o adelantarse a octubre- también tiene motivaciones económicas, aunque hay algunas diferencias.
Galicia va a ser el primer Gobierno en manos del PP que se somete a la consulta popular tras gestionar cuatro años de crisis. La experiencia hasta la fecha es que siempre ha pasado factura en las urnas para quienes gobernaban. Más importante todavía es que Rajoy puede formalizar en septiembre, la petición de rescate de España, pues mientras no lo haga Bruselas no librará dinero para el sector financiero.
Si las elecciones son el 21 de octubre la ciudadanía tendrá en mente en ese momento la recepción de la ayuda, pero a finales de año ya habrá empezado a sentir el alto coste que se paga por ese auxilio. A ello se añade el impacto de las preferentes y cuál sea el destino final de Novagalicia. Feijóo y Rajoy quieren mantenerla a flote, pero Bruselas no dudará en liquidarla si finalmente así lo aconseja la situación. Feijóo ha buscado el momento más propicio a los intereses del PP porque manda la incertidumbre económica.