Editoriales

Editorial: SOS por el euro

Hoy comienza una cumbre trascendental para el futuro de la UE. La idea de que la solución a la crisis del euro es acelerar la integración política y económica está en los trabajos preparatorios de la Comisión Europea y se ha escuchado en boca de casi todos los líderes. Sin embargo, el acuerdo se aventura muy difícil, porque la apuesta por la unión efectiva choca con los intereses particulares de los Estados. Sobre todo cuando una crisis económica como la actual ha creado una brecha profunda entre la periferia y el centro y norte de la UE.

Todos han encontrado reproches suficientes para lanzarse, y hasta la fecha en los mandatarios europeos predomina una comunicación de mensajes cruzados calculadamente ambigua. No es lo mismo lo que Merkel, Rajoy, Hollande o Monti dicen a sus respectivos conciudadanos, que suele coincidir con lo que querrían escuchar la mayoría de los votantes, y lo que realmente comentan y saben que deben hacer. La tendencia a suavizar o endurecer el discurso, según convenga, incrementa la confusión.

Corremos el riesgo de asistir a un choque de trenes. España e Italia precisan respuestas inmediatas. Rajoy reconoce que no podremos soportar mucho tiempo los actuales tipos de interés -el límite se sitúa en el otoño- y Monti consigue a última hora una reforma laboral descafeinada con grandes resistencias internas. Francia y Alemania mantienen un pulso en el que subyacen posiciones nacionalistas contrarias a la integración. Hollande no se compromete con el control que exige Merkel para no perder soberanía, y la canciller no cede un ápice. Si no hay solución para el problema de la deuda, España e Italia están abocadas al rescate, la recesión se contagiará a otros países y en menos de un año podríamos asistir al fin del euro.

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