La banca, principalmente las entidades procedentes de las antiguas cajas de ahorro, trata de buscar una solución para los clientes que quedaron atrapados por invertir en participaciones preferentes y subordinadas sin conocer bien el producto en el que depositaban sus ahorros. La solución que se ha buscado es canjear las preferentes por depósitos a plazo fijo. Pero no es tan fácil y, además, hay prisa por hacerlo. Las entidades temen el gran número de recursos que se podría presentar en los tribunales, porque muchos clientes suscribieron preferentes convencidos de que se trataba de algo similar a un depósito a plazo fijo y sin que se les hubiera facilitado la información preceptiva.
La realidad es que las preferentes son instrumentos híbridos, que tienen la consideración de recursos propios de los bancos, lo que implica que en caso de pérdidas de la entidad tienen que contribuir a paliarlas. Si una entidad cuenta con suficientes recursos, no necesita ayudas públicas y obtiene el visto bueno del Banco de España, podrá hacer el canje. Diferente es la situación de las que reciban el rescate de la UE que está cerca de materializarse. En este caso, los tenedores de preferentes tendrán que cargar con parte del coste del saneamiento de la entidad, porque se obligará a los bancos que las pidan a convertir estos instrumentos en capital y aquéllos que las compraron tendrán un elevado descuento sobre la inversión realizada, pues al aumentar capital se diluye el valor de las acciones. Es el mismo efecto que si hubieran invertido en bolsa y se hubiese producido una caída del valor. El problema es que muchos clientes pedían algo similar a un depósito y les dieron otra cosa. Ahora están atrapados y es difícil encontrar solución.
