El temor de los mercados a que el rescate financiero no sea suficiente y al contenido de la letra pequeña del mismo hizo que ayer, a partir de las 10 de la mañana, la prima de riesgo que descendía con fuerza volviera a crecer hasta finalizar la jornada de nuevo en 520 puntos básicos. La bolsa, que llegó a subir un 6%, cerró con una caída del 0,54%. Los expertos coinciden en que hubo un "rebote de intensidad reducida" y dudan de que la bolsa pueda sostener las alzas. Parece una contradicción después de que el Gobierno haya pedido a Bruselas la ayuda para el sector financiero, aunque también la prima subió después de otros rescates. ¿Por qué esta reacción de los mercados? Los inversores quieren saber, al igual que los ciudadanos, los términos en que va a recibir España la ayuda de la Unión Europea. Se teme que tras el rescate se cierren los mercados para España; que no haya compradores para su deuda más que sus propios bancos, y que el Gobierno se vea obligado a pedir un rescate para el Estado, que la UE no podría asumir y constituiría una debacle para la Eurozona.
Es preciso conocer cuanto antes la naturaleza de la ayuda y todas sus condiciones para recuperar la confianza. Por ejemplo, inquieta mucho y explica en gran medida el comportamiento errático de la prima de riesgo quién emitirá el crédito de la UE. El resultado es distinto si se hace a través de la Facilidad para la Estabilidad Financiera Europea (EFSF) o del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que sustituye al primero a partir del 1 de julio. La razón es que los tenedores de deuda saben que el MEDE tiene prioridad de cobro, en caso de impago, sobre el resto de los acreedores. Esto no sucede con el EFSF, mecanismo con el que todos parten de la misma posición. Además, el rescate no rompe el vínculo con el Estado español, que generará deuda por la devolución de la ayuda al sector financiero -nos puede situar casi en el 100% del PIB- y puede derivar en un incremento del déficit.
Por eso Bruselas va a estar muy vigilante no sólo a que el sector financiero cumpla las condiciones del préstamo. Habrá un control trimestral de la Comisión Europea, el BCE y el FMI, a cuyos enviados se unirá un representante de la EBA (Autoridad Bancaria Europea), que se considera el germen del futuro supervisor del sistema financiero de la UE. El país tiene un importante problema financiero, pero también un sector público sobredimensionado; atraviesa una recesión y sufre un nivel intolerable de desempleo. Estas circunstancias incrementan las dudas de los inversores, que hace tiempo escaparon de la deuda española. También rearma de argumentos a la Comisión Europea para vigilar muy de cerca y cerrar el grifo del rescate si no se cumplen los deberes al ritmo adecuado. No hay que olvidar el contenido de la hoja de ruta hecha pública por la Comisión a finales de mayo. España tiene un año más para llegar al 3% de déficit en vez del próximo ejercicio, a cambio de aplicar los consejos de Bruselas, que imponen subir el IVA, adelantar el incremento de la edad de jubilación, suprimir la deducción por vivienda en el IRPF, ahondar en la reforma laboral... Es muy grande el esfuerzo que queda pendiente. El Ejecutivo dispone desde esta semana de una nueva herramienta que le da un respiro, pero todo indica que el respiro no va a durar demasiado tiempo. Tenemos que convencer a los mercados y a los socios del euro de que somos capaces de controlar la situación. La tarea que queda pendiente es realmente ardua, pero hay que perseverar para que las medidas surtan efecto y se recupere la confianza.