El pasado 17 de abril, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, aprobó el plan propuesto por Rodrigo Rato para solucionar los problemas de Bankia. El 9 de mayo, veinte días más tarde, Bankia fue nacionalizada. Esta actuación es el mejor ejemplo de las contradicciones, los titubeos y los numerosos errores cometidos por Fernández Ordoñez durante su mandato. Ayer, el Banco de España comunicó que el gobernador adelanta la fecha de su cese en el cargo -prevista para el 12 de julio, que es cuando oficialmente concluye su mandato- al 10 de junio. Se cierran así cinco años y once meses durante los cuales Fernández Ordóñez ha demostrado su incapacidad para conducir a buen puerto al sistema financiero español.
Su primer y principal error fue negar la evidencia de la crisis económica y financiera, y diagnosticar de forma errónea lo que sucedía sin darse cuenta de que la explosión de la burbuja inmobiliaria dañaba directamente el corazón del sistema bancario. Cuando este periódico avanzó en el otoño de 2009 que había cajas de ahorros con problemas, hubo un desmentido oficial del Banco de España defendiendo la solidez de las cajas. Solo unos meses más tarde se reconoció la situación crítica de muchas de ellas y se iniciaron procesos de fusiones, en los que los criterios políticos se impusieron a lo que debía haber aconsejado e impuesto el supervisor. No actuó, cambió de opinión continuamente -primero se mostró contrario al banco malo y luego partidario de él- y, sobre todo, tiene el dudoso honor de haber desacreditado una institución antes valorada y respetada internacionalmente. Es bueno que se vaya, ha sido el peor gobernador del Banco de España.
