Una de las aberraciones más grandes que se producen en el mercado es que alguien que compra una acción con la intención de ganar con su subida sufra el engaño de que ese mismo título sea prestado por quien lo guarda para que otro gane dinero a la baja. Es algo así como si en una carrera de relevos un corredor al entregar la posta a su compañero en lugar se salir hacia adelante marchara en dirección contraria. Prohibir las posiciones cortas elevaría la mala imagen de nuestro mercado. Sin embargo, obligar a que se conozca el nombre de quien custodia y presta los títulos resolvería parte del problema. ¿Qué inversor dejaría sus acciones a quien no las cuida? Nadie contrataría como tutor a alguien que no inculca buenas prácticas al alumno.