La noticia de que el Eurogrupo ha encomendado a los Estados miembros que preparen planes de emergencia por si finalmente Grecia abandona el euro produjo ayer una nueva tormenta en los mercados. La prima española volvió a subir hasta 482 puntos básicos, la bolsa marcó un nuevo mínimo anual con 6.440,5 puntos y el euro cotizó por debajo de 1,26 dólares, su valor más bajo en los últimos 22 meses. Probablemente la información ya estaba en el mercado antes de que fuera ampliamente difundida. Además, por la mañana el exprimer ministro griego Papademos reconoció que el riesgo de que su país abandone el euro es "real". Sólo Grecia salió al paso de la noticia, el resto de las instituciones y Estados callaron, mientras se preparaban para el inicio de una Cumbre extraordinaria sobre el crecimiento, de cuya efectividad se tenían serias dudas.
La lenta agonía de Grecia en la Eurozona focaliza toda la atención y los países se preparan para jugar a la defensiva ante el impacto que la salida del país heleno puede tener sobre el sistema financiero y la economía de cada uno. Algunas estimaciones hablan de 400.000 millones de euros en conjunto. El divorcio ordenado del que se habla hace meses parece inminente. Es más, se propone ofrecer a los griegos una compensación de 50.000 millones por abandonar el club, porque necesitan capital para volver al dracma mientras reorganizan su situación interna. Llegados a este extremo, los líderes de la Eurozona tienen la obligación de aprobar también un plan conjunto que necesariamente pasa por insuflar oxígeno -la inyección de liquidez del BCE- a los países en apuros, a fin de que se recuperen y resistan el impacto de la salida de Grecia del euro.