La economía sumergida es un auténtico lastre para la actividad que afecta a la libre competencia entre las empresas.
Un estudio de CEOE cifra en torno al 20%, unos 200.000 millones de euros, el volumen de la actividad informal en España, a pesar de que desde 2003 se estima que se ha reducido un 14%, casi tres puntos del PIB.
La crisis ha frenado esta tendencia por las dificultades financieras que incrementan las operaciones informales. Los empresarios también creen que los aumentos impositivos elevan el nivel de economía sumergida, aún así la incidencia del fenómeno es mayor en los países periféricos de la UE que en los centrales, lo cual indica que hay relación con la estructura económica y la necesidad de cambiarla.