Ana Mato se ha estrenado en el cargo prometiendo reformas en Sanidad y un diálogo permanente con las CCAA, que son a fin de cuentas quienes pagan la factura y adeudan más de 18.000 millones de euros a los proveedores. Hará bien en ponerse manos a la obra cuanto antes sin descartar ninguna medida, ya sean copagos, como en Cataluña y en el resto de países europeos, o medicamentazos, como hicieran otros Gobiernos en 1993 ó 1998 al sacar fármacos del botiquín público. No se trata de recortar de forma indiscriminada, sino de frenar la demanda y financiar lo básico para no cubrir lujos asiáticos, estéticos o síntomas menores que bien pueden correr a cargo del bolsillo de los ciudadanos. El objetivo debe ser mantener el sistema de cobertura universal.
