Alegría para la deuda. La prima de riesgo española se ha reducido un 30 por ciento en apenas 10 jornadas. El rendimiento de nuestros bonos a 10 años abandonaba la zona de rescate al caer al 5,7% desde los niveles cercanos al 7. Y el alivio se extendía también a Italia, Bélgica y Francia.
Además, en un discurso plagado de sentencias rebosantes de grandeur, Sarkozy dejó muy claro que los galos no podrían permitirse vivir sin el euro. Eso sí, pese a haber anunciado un gran estrategia para salvar a la moneda única, nos recordó a la Francia de Vichy: no dio ningún detalle porque ya es evidente que todo se decide en Berlín. Pero incluso de allí surgían noticias positivas para el euro.
Por ejemplo, la prestigiosa revista Die Zeit titulaba que Merkel ya tiene un plan para rescatar al euro de una vez por todas. Hasta el ministro de Finanzas Schäuble comentó que consideraban librar fondos a través del FMI. Y el colofón lo ponía Draghi ante el Parlamento europeo. El presidente del BCE reclamaba una unión fiscal. Y añadía: "Otros elementos pueden seguirle, pero la secuencia de los hechos es importante".
¿Qué significaba esto? Pues se interpretaba que estaría dispuesto a prestar ayuda comprando deuda soberana siempre que se hayan sentado antes las bases de un integración institucional que recobre la competitividad de los periféricos. El problema de la deuda -sea pública, privada o de los bancos- ya es de todos, y esta realidad se empieza a reconocer. Por supuesto que estas expectativas todavía tendrán que ser colmadas en la cumbre de los días 8 y 9... porque el mercado no perdonaría un nuevo plan grandilocuente pero hueco.