
A seis semanas para elegir gobernador en el Estado de México, el laboratorio electoral rumbo al relevo presidencial en 2018, la captura de los exgobernadores Javier Duarte y Tomás Yarrington Ruvalcaba de una decena de exmandatarios estatales de todos los colores rojos (PRI), azules (PAN) y amarillos (PRD) corrobora la similitud de la política mexicana con la Ley de Conservación de la Materia para quedar en "la corrupción, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma".
Miles de millones de pesos desviados a unas cuantas familias parasitarias del sistema político que actúan como aves de rapiña para robar recursos de los contribuyentes. Al parecer, algunos servidores públicos, "designados" por voto popular desde que toman posesión de su cargo se estampan en la frente que trabajarán con el lema del "año de Hidalgo".
Esto último, en un buen español, se podría traducir en desviar recursos públicos con total desesperación para el beneficio personal y de sus familias.
Ante la carencia y pasividad en la aplicación del Estado de Derecho, esos personajes, de mente criminal, comparten una particularidad al pensar que tienen el poder sobrenatural de la invulnerabilidad. Se ven pasando su vida en sendas mansiones millonarias en playas paradisíacas e inmuebles en las ciudades más cosmopolitas del mundo.
Si bien, en algunas personas, nuestro grado de sorpresa cada día marca nuevos límites, en otra parte de la sociedad (quizá, y espero sea la mínima) ese cáncer de la corrupción se va habituando o familiarizando. De ahí la tristemente célebre frase popular "el que no tranza, no avanza".
Lo anterior, a pesar de que algunas notas informativas parezcan guion de una obra surrealista. Ahí está lo que documentó en su momento el periódico Reforma sobre los casi 81,000 dólares que gastó en un solo día Karime Macías, esposa de Javier Duarte, en su tienda favorita, Bergdorf Goodman, uno de los almacenes más exclusivo de Nueva York. Algo similar a lo hecho por Elba Esther Gordillo, la expresidencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Ese gasto de Macías en Nueva York habría alcanzado para pagar la nómina semanal a más de 2,400 obreros o lo que es lo mismo para medio alimentar a casi 8,000 personas por una semana.
Aunque es tal el grado de corrupción, que esto no es privativo de unos cuantos. Ha embadurnado a los tres poderes, el Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial; y en cualquier nivel de gobierno: federal, estatal, municipal, y a diversos sectores de la iniciativa privada. Ahí está el caso del conglomerado brasileño Odebrecht que sobornó a funcionarios de más de una decena de países para obtener contratos.
No debemos olvidar que el caso de la investigación esa empresa fue hecho por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Es uno de los más grandes escándalos de corrupción América Latina que ha involucrado a ministros de estado, legisladores y dos expresidentes, en México todavía no hay resultados.
Lo peor es que ese flagelo ya salpicó o mejor dicho ya empapó a todos los sectores. Según la más reciente Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), elaborada por el Inegi, casi la mitad (48.9% para ser exactos) de la población mexicana mayor de 18 años tuvo una "muy frecuente" percepción de corrupción en 2015. En la Ciudad de México la situación fue más grave, de hecho, aquí se registró la mayor percepción de todo el país con 62.1%.
En la Ciudad de México, tristemente, es frecuente ver o escuchar que hasta los funcionarios de bajo nivel piden "su moche" para algunos trámites. Aunque también entre los particulares, como uno que otro abogado que estafa a su cliente o incluso, hasta el recolector de basura que exige un diezmo para hacer el trabajo por el cual se le paga.
Bueno, ya nada que decir de la policía de la Ciudad de México. Todo está dicho y visto. Según la ENCIG, el 55.2% de la población que tuvo contacto con autoridades de seguridad pública en todo el país experimentaron un acto de corrupción.
Es inaudito el ejercicio realizado por el medio digital de comunicación "Mientras tanto en México" que evidencia que el 80% de los policías en el Sistema de Transporte Metro, en una simulación videograbada, niegan haber recibido un objeto perdido.
El video titulado "Experimento social: ¿Son honestos los policías?" concluye señalando: ¿Qué pasaría si existiera un organismo externo al gobierno que aplicará este tipo de pruebas a las autoridades y que de la aprobación de estas pruebas dependiera su empleo? ¿Crees que se seguirían arriesgando a no ser honestos?
Bueno, pero no todo está perdido. Hay que recordar el caso colombiano donde el poder judicial procesó y encarceló a varios funcionarios corruptos de primer nivel del gobierno del expresidente Álvaro Uribe.
Aunque no hay mucha tela de dónde cortar, esperemos que con el relevo presidencial de 2018 haya orden en la casa para disminuir al máximo la corrupción. Recordemos que México es una de las naciones con mayor índice de percepción de corrupción en el mundo, según el reporte de Transparencia Internacional.
Twitter: @TomasdelaRosa