El Banco de España dibuja un panorama sombrío para la figura del autónomo en el país. En un informe apunta que España está ligeramente por encima de la media de la Unión Europea en trabajadores por cuenta propia, pero con diferencias cualitativas sobre sus rentas, formación y perspectivas laborales. El 26% de los autónomos lo son por falta de alternativas a la hora de encontrar trabajo y más del 12% son falsos autónomos.
El autónomo emprendedor o empresario comienza a ser un mito en España. Según el Banco de España, existe sobrerrepresentación de trabajadores no asalariados entre mayores de 50 años, personas con un nivel de estudios bajo y las personas que ejercen su actividad en sectores tradicionales, como la agricultura, el comercio, el transporte y la hostelería. España se sitúa en el grupo de países como Grecia, Italia y Portugal que tienen las mayores tasas de empleo no asalariado, pero con un bajo porcentaje de empleadores, empresarios. La situación contrasta con Luxemburgo, Alemania, Austria y Francia con una baja tasa de empleo de trabajadores por cuenta propia y con un fuerte peso de empresarios.
La descripción se hace más sombría si se analizan otros elementos. De los más de tres millones de trabajadores por cuenta propia, considerados como autónomos, el 26% lo es por obligación. El Banco de España los identifica como autónomos por necesidad o autoempleo como último recurso, que "está asociado a una menor supervivencia de la empresa, a menores ganancias o a menor satisfacción".
Los datos sitúan a España muy por encima de la media de la eurozona, con un 26% de los no asalariados que declaran iniciar el negocio por no disponer de otras opciones, dato solo superado por Letonia, Portugal y Austria. De nuevo esta situación es más frecuente entre los trabajadores con un menor nivel de estudios: en torno al 30% de los no asalariados con estudios bajos lo son por necesidad, y en este caso, en España, destaca la prevalencia de los jóvenes, ya que su porcentaje se sitúa en torno al 60% de los jóvenes no asalariados.
El Banco de España también incide en la figura del falso autónomo y como va adquiriendo mayor protagonismo en el mercado laboral. Algunos trabajadores por cuenta propia, especialmente aquellos que dependen de solo un cliente, se encuentran "en una situación muy próxima a la de un asalariado en términos de dependencia económica y de falta de autonomía en el desarrollo de su trabajo, pero no disponen, sin embargo, de la protección social que, en general, tienen los asalariados". A la vez que expresa su preocupación sobre las plataformas de servicios, como Uber o Deliveroo. "La emergencia de este fenómeno ha suscitado gran interés por su posible impacto en las relaciones laborales tradicionales y por las implicaciones para el diseño de políticas sociales", indica.
Según el análisis del organismo, el falso autónomo se sitúa en la figura de trabajadores no asalariados pero económicamente dependiente de un clientes. "Esta situación es más prevalente entre los trabajadores con estudios bajos y en la agricultura, y en términos relativos en España tiene una mayor incidencia entre los jóvenes y las mujeres", señala el documento. En total representan el 12% de los trabajadores no asalariados. La parte positiva es que España se sitúa por debajo de la UNIón Europea que roza el 18% y muy lejos del 40% de Portugal, el 28 de Eslovenia y Lituania.
En cuanto a su distribución sectorial, los autónomos en España tiene un peso mayor respecto a la eurozona en las actividades de agricultura, comercio, transporte y hostelería, sectores caracterizados por poco valor añadido, mayor necesidad de capital humano y menores salarios. Por el contrario, en el colectivo de trabajadores no asalariados, el porcentaje que representan los servicios de cualificación más elevada, como, por ejemplo, los profesionales independientes, es menor que el que se observa en Europa, algo que no ocurre en el empleo asalariado.
Esta distribución tiene su reflejo en el nivel de riqueza de los hogares. En España, en 2014 la riqueza neta mediana de los hogares con un cabeza de familia no asalariado era 2,8 veces superior a la de los hogares con un cabeza de familia asalariado. Mientras en países como Irlanda, Austria o Alemania, la riqueza de los hogares con un autónomo como cabeza de familia la diferencia es de 8, 7 y 5 veces que la renta media de familias asalariadas.