
Empleados del sector del automóvil, agentes inmobiliarios, obreros de la construcción, dependientes del comercio, camareros... La cola del paro no para de crecer. Son ya más de 3,2 millones de personas y el desempleo se ha convertido en un pequeño juego de dominó: cada vez que cae una pieza provoca la caída de otra. Es la pescadilla que se muerde la cola, una rueda que no para de crecer y que ha arrastrado cada vez a un mayor número de familias.
En cuanto alguien se queda en la calle reduce sus gastos, el consumo cae, y eso provoca que otra persona, de un sector completamente distinto, pase a engrosar las filas del Inem. Y así sucesivamente. Ejemplos no faltan. Son historias reales que se repiten cada día en un rincón de España.
La prioridad: el dinero
"Ahora miro más el dinero". Esa es la única certeza que acompaña a Pedro Rodríguez, trabajador de la planta que Opel tiene en Figueruelas (Zaragoza). La filial de General Motors ha puesto en marcha un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal que afecta a 7.489 empleados, aprobado ya por la dirección general de Trabajo. La plantilla de Opel cobrará un complemento salarial del 12,5%, que, sumado a las prestaciones de desempleo, permite alcanzar hasta el 50% del sueldo.
Pero la vida de Pedro ha dado un giro completo. Su futuro, según dice, es incierto, al igual que el de muchos de sus compañeros, que no saben si les van a enviar definiti- vamente a la calle, se van a intensificar los paros temporales, o, incluso, si la planta acabará cerrando. "Antes salía a cenar o comer fuera de casa de vez en cuando, sobre todo los fines de semana, pero ahora ya no. En todo caso, voy a restaurantes de comida rápida o encargo unas pizzas en casa", cuenta este empleado de Opel.
La mujer de Pedro, administrativa, tiene por ahora su puesto asegurado. Pero ambos saben que con un solo salario tendrán dificultades. De momento, sus gastos de ocio se han reducido drásticamente. Pedro iba a ayudar a su hijo a comprar una casa en Zaragoza, pero ahora no va a poder. Él también trabajaba en la planta de Figueruelas y ya ni se acerca a los bancos en busca de una hipoteca. "No se avienen a negociar. Antes bastaba con el contrato de trabajo, pero ahora te exigen avales y que demuestres tu solvencia. Yo ya prefiero no ver ni la televisión. Este año va a ser muy difícil", asegura.
La caída del ladrillo
Como el hijo de Pedro, han sido miles los españoles que han aplazado la compra de una casa y eso ha mandado también al paro a numerosos trabajadores del sector inmobiliario. Es el caso de Pilar Gómez, agente comercial que trabajaba en una oficina de Don Piso. El pasado mes de mayo, la inmobiliaria Habitat cerró las oficinas propias de su cadena de intermediación Don Piso y eliminó 400 empleos. Pilar es una de las afectadas.
Las ventas estaban cayendo más de un 66% y la empresa consideró que la situación era ya absolutamente insostenible. Habitat y Don Piso acabaron presentando un concurso de acreedores y muchos trabajadores se quedaron en la cola del Inem, engordando la bola de nieve del paro. "Reconozco que era algo que se veía venir. Todos los que trabajamos en este sector sabíamos que iba a pasar tarde o temprano", cuenta Pilar.
"Había gente que decía que los precios de los pisos no caerían nunca y el resultado ha sido bien distinto". Las compraventas de viviendas en los diez primeros meses de 2008, según los datos del INE, se retrajeron el 27,7% respecto al mismo periodo del año anterior y los créditos hipotecarios cayeron aún más: el 33,9% interanual. Consciente de este problema, Pilar llevaba ya muchos meses reduciendo al mínimo sus gastos, pero ahora la situación se ha vuelto muy complicada. Está sola y tiene a una hija adolescente a su cargo. "En el supermercado sólo compro marcas blancas y gasto únicamente lo imprescindible. He eliminado cualquier tipo de lujo, por pequeño que sea".
En ningún momento se había planteado cambiar de piso -su sueldo no le llegaba para pedir una nueva hipoteca-, pero antes de que estallara la crisis sí que estaba pensando en hacer una reforma. Había pedido precio, pero todo ha quedado ahora olvidado a la espera de tiempos mejores.
Azote en Castellón
Precisamente este descenso en la contratación de obras es lo que ha causado un auténtico terremoto en Castellón, volcada en el sector azulejero. El 94,5% de la producción nacional de baldosas cerámicas se cuece en los hornos de la industria azulejera de esta provincia. Casi de la noche a la mañana, Castellón se ha despedido del pleno empleo de la última década y ha pasado a registrar las tasas más altas de crecimiento del desempleo en España.
Lluis Llop, de 32 años, vecino de Villarreal, lleva toda su vida profesional en este sector. Es comercial y ha pasado por varias empresas, siempre en busca de mejores condiciones. Pero la rueda ha dado un giro de 180 grados. "Llevaba la representación de Cergroup Cerámicas, una empresa de Onda, en toda España, y me he visto afectado por un ERE", cuenta. Su vida, como la del resto de parados, ha cambiado. "He dejado el piso que tenía alquilado porque no podía pagarlo solo y me he vuelto a la casa de mi madre, reduciendo todos mis gastos", asegura.
Y lo peor es lo que está por venir porque, en su opinión, aunque la exportación está dando todavía un respiro a los fabricantes, la situación a nivel nacional es dramática. Lluis Llop explica que, al margen del piso, sus gastos se concentraban sobre todo en ropa -"es mi único vicio", dice-, mientras lamenta no poder comprarse ahora nada.
También para el textil
Su situación, como la de otros muchos, es la que ha provocado que el sector textil sufra una de las mayores crisis de su historia, con una caída de las ventas del 15%, según los datos de la Confederación Española del Comercio.
Muchas tiendas ya han cerrado y otras 60.000 están en peligro. Gema Ruiz, una joven dependienta madrileña, ha sido una de las afectadas. "Acabo de terminar psicología, pero no encontraba trabajo, me puse a trabajar en una tienda del barrio de Moratalaz, que ha cerrado por la crisis", explica.
"Vendíamos ropa para niños. La gente seguía entrando, pero cada vez gastaba menos y llegó un momento en que era insostenible. La propietaria nos contó que no podía seguir soportando los gastos y no encontraba financiación", lamenta. ¿Lo primero que ha cortado en sus gastos? "Por supuesto, el teléfono móvil, pero también otros gastos. En casa somos cinco y dos estamos en paro. Hemos cancelado todo lo prescindible, como el contrato de televisión por cable".
Recortes en telecomunicacines
Y, si no, que se lo digan a Ono. Una de las empresas afectadas por la crisis en las telecomunicaciones, que también ha engordado la bola de nieve con el despido de mil personas, casi el 30% de su plantilla.
Joan Castellar es uno de los que trabaja en la operadora. Se muestra prudente y prefiere no revelar demasiados datos sobre su trabajo, por lo que pueda pasar en el futuro, pero reconoce que su situación es muy complicada, sobre todo porque su mujer, que trabajaba en un despacho de arquitectura, también se ha quedado en paro.
"Estábamos planificando una escapada a Fuerteventura a descansar y desconectar un poco, pero tal y como están las cosas es imposible. Nuestros ingresos se han reducido a menos de un tercio y ahora apenas llegamos para pagar la casa y los gastos fijos".
La reducción del tráfico aéreo es precisamente una de las razones que ha acelerado la reestructuración de Spanair, que bajará de sus aviones a 1.100 empleados para poder mantener el vuelo. La compañía acomete un fuerte plan de viabilidad en el que se incluyen la cancelación de nueve rutas deficitarias, lo que supone suprimir aproximadamente el 20% de su red comercial actual.
Muchos más sectores
Alicia Sánchez llevaba varios años trabajando en los servicios en tierra de la compañía y es una de las personas que ha entrado dentro del ERE. Ha recibido una buena indemnización, que, junto a la prestación por desempleo, le permitirá vivir tranquila un tiempo. Pero, ¿qué pasará luego? "Mi marido sigue trabajando y, de momento, no tengo problemas económicos, pero me he vuelto mucho más precavida. Hay cosas de las que hemos prescindido. No pensábamos cambiarnos de casa ni de coche, pero es verdad que ya no salimos tanto, apenas vamos al cine y hemos aplazado la compra del ordenador portátil que teníamos pensada".
Una de las afectadas por esta decisión ha sido Ruth Rincón, que lleva toda su vida trabajando en el sector logístico. "He estado siempre en el sector del automóvil, aunque ahora trabajaba para Packard Bell, que tras la compra por parte de Acer, ha reestructurado su plantilla". Ruth, que ha pasado de ganar 2.500 euros netos al mes a tener que pedir prestado a su familia, piensa ahora en volver al sector del motor. Aunque ella misma ha tenido que aplazar la compra de un coche. La rueda ha vuelto otra vez al principio. Sigue girando. Y lo peor es que es cada vez más grande.