
En la vorágine que suele caracterizar las asambleas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el director del Departamento de Asuntos Fiscales de la institución, Vitor Gaspar, nos recibe en su despacho para repasar la última edición del Monitor Fiscal, la radiografía en la que su equipo disecciona las cuentas públicas de los 189 países miembros de la institución. "La inestabilidad no fomenta el crecimiento a medio y largo plazo" recalca el exministro de Finanzas portugués, quien recomienda a la mayoría de las economías avanzadas reducir gradualmente los altos niveles de deuda y mejorar así su posición para enfrentar con eficacia la próxima recesión. "En Europa, el grupo de países que utilizaría como ejemplo incluiría a Bélgica, Francia, Portugal, España, Italia, por lo que tenemos bastantes", reconoce.
Economías avanzadas con un abultado nivel de deuda pública disfrutan de unas condiciones de financiación favorables dado que la política monetaria sigue siendo relativamente acomodaticia. ¿Le preocupa que esta tendencia pueda cambiar?
En las economías avanzadas, la relación entre el pago de intereses y el PIB ha disminuido en la mayoría de los países. Si nos fijamos en España, la tendencia es mayoritariamente estable, del 2,3% en 2019 seguido de un aumento muy gradual hasta el 2,7% en 2024, aún por debajo de los niveles de 2016. Si observamos otros países como EEUU o Francia, la disminución de los pagos de intereses ha sido aún más pronunciada y eso tiene que ver con los niveles muy bajos en los tipos de interés.
Piense que los rendimientos de los bonos a 10 años en Alemania están en territorio negativo y la curva de rendimiento total está en territorio negativo, por lo que hay una reflexión sobre los tipos de interés, las tasas de crecimiento y cómo pensar en los riesgos. Algo que enfatizamos mucho es que las tasas de interés pueden ser volátiles y las condiciones de financiación cambiar abruptamente y ese es uno de los argumentos a favor de gestionar de forma prudente las finanzas públicas.
Grecia, junto a otros países periféricos, como Irlanda, Portugal y España, se han estabilizado casi una década después de la crisis de deuda soberana que enfrentó la eurozona. ¿Es suficiente el esfuerzo realizado hasta ahora o existe cierta complacencia?
Los ratios de deuda pública han bajado. Quizás hubiéramos deseado que el descenso fuera más rápido, pero se han reducido. Es muy importante para los países que están en esta posición respetar sus objetivos a medio plazo y disminuir relativamente rápido la deuda pública. España está, por ejemplo, por debajo del límite máximo del 3%, pero aún no está en la senda de lograr su objetivo de déficit a medio plazo, por lo que un ritmo de ajuste fiscal cercano a 0,5 puntos porcentuales del PIB al año, en nuestra opinión, sería apropiado. Pero este no es el único reto que estas economías y España enfrentan.
Mejorar el crecimiento potencial es muy importante. España ha llevado a cabo una serie de reformas estructurales en los últimos años que han ayudado, particularmente en un proceso de crecimiento muy intensivo en el empleo, pero hay que hacer más. En general, mejorar el crecimiento potencial y hacer que una economía sea competitiva es una tarea sin fin. Las economías deben ser innovadoras, estar basadas en el conocimiento, seguir empujando en cierto sentido la frontera de las posibilidades. Debe haber un progreso fiscal, pero también en áreas de políticas estructurales.
Menciona usted el déficit de España. Las proyecciones con las que cuenta el Gobierno y las del propio FMI difieren.
En nuestras proyecciones, observamos una postura de política fiscal casi neutral. Consideramos importante que la trayectoria de la consolidación fiscal se reanude en España. Conseguir que la deuda pública en relación al PIB descienda más rápido permitirá construir amortiguadores que ayudarán a España a manejar posibles desafíos futuros.
Otro desafío que se destaca en el Monitor Fiscal es la sostenibilidad del sistema de pensiones. El FMI incide en que se ha relajado la indexación de las mismas. El Gobierno aboga por ligar el aumento de las mismas a la inflación. ¿Es esta una decisión sostenible de forma permanente?
En España, el problema de la reforma de la Seguridad Social ha existido durante varios años. España llevó a cabo reformas bastante profundas en 2011 y nuevamente en 2013. Una de las implicaciones de estas reformas implantó que las pensiones no podían aumentar en más de un 0,25% al año y eso es algo que debía mantenerse durante décadas. Esto ha sido siempre algo polémico.
Pero tomar un aspecto específico de la reforma de forma aislada no es suficiente. Uno debe tener un enfoque integral y si en ese enfoque integral alternativo se rechaza la forma específica de actualizar las subidas de las pensiones a lo largo del tiempo, es necesaria alguna forma alternativa para asegurar la sostenibilidad. Un aspecto que puede contribuir es aumentar la participación de la fuerza laboral y crear condiciones para que las personas permanezcan más tiempo en esa fuerza laboral.