Economía

La Unión Europea 'enseña los dientes' a Pekín y pide el pacto de inversión para 2020

  • Los europeos abandonan la actitud 'naif' y plantean demandas a China
El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker. Foto: Reuters.
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Europa por fin ha abierto los ojos ante el desafío que representa China. Tras años de frustración acumulada por promesas incumplidas para abrir su economía y robo de propiedad intelectual, los europeos han dicho basta y enseñan los dientes. La Comisión Europea definió al gigante asiático como "rival sistémico" este mes.

En la cumbre de la semana pasada, los líderes europeos empezaron a dar cuerpo a esta nueva posición europea claramente asertiva. El presidente francés, Emmanuel Macron, saludó este "despertar" europeo frente a los desafíos que plantean las políticas económicas, las ambiciones tecnológicas y las violaciones de los derechos humanos de Pekín.

El Consejo Europeo respaldó plantear una larga lista de demandas para empezar a reequilibrar la relación comercial y económica en la cumbre bilateral que mantendrá la UE y China el próximo 9 de abril. Si no hay progresos, los europeos ya preparan una revisión total de sus instrumentos para defenderse, desde el acceso a sus contrataciones públicas hasta medidas anti-subsidios. El giro llevaba tiempo en cocción.

Pero los europeos siempre habían dado un mínimo voto de confianza a las promesas de cambio que aún repite el Gobierno chino. Con la inestabilidad que trajo Donald Trump a las relaciones UE-EEUU, Pekín se vendía como un socio necesario para defender el multilateralismo, ya fuera en la lucha contra el calentamiento global o en el área del comercio con la Organización Mundial del Comercio.

La ambición china

Las ópticas han cambiado en Bruselas. Trump molesta, y mucho. Pero sus instituciones le contienen. Además, los valores y objetivos de EEUU están más alineados con los europeos. China es otra historia. Representa hoy, y sobre todo en las próximas décadas, un desafío mucho mayor no solo por ser un régimen autoritario (o una "democracia no plural" como dice un alto cargo de la UE). "Existe una discusión en muchos Estados miembros, si no en todos, sobre la relación bilateral con China, con un significativo nivel de realismo, y no solo esperanzas y expectaciones naif", indicó la pasada semana el responsable para Asia y el Pacífico del Servicio de Acción Exterior de la UE, Gunnar Wiegand.

La gota que ha colmado el vaso ha sido la publicitada ambición de Pekín de convertirse en la gran potencia tecnológica en esta era digital, a través de su iniciativa China 2025. Un dominio tecnológico que une a su control político. Para ello, China aprobó hace un par de años una ley de inteligencia que obliga a sus punteras empresas tecnológicas a colaborar con sus fuerzas de seguridad, y no informar sobre ello. Esta norma es la que ha llevado a poner en cuarentena a Huawei en numerosos países al instalar la nueva generación de telefonía móvil (5G).

Aunque la decisión de otorgar las licencias es competencia de los Estados miembros, la Comisión Europea presentará la próxima semana una recomendación con criterios para garantizar la seguridad de la infraestructura. Una nueva señal de la clara voluntad de los europeos de presentar un frente unido en sus relaciones con China.

La lista de demandas que discutieron los líderes europeos incluye sobre todo concluir, para mediados del año próximo, el acuerdo de inversión que llevan casi una década negociando con las autoridades chinas. "Vamos muy lentos, y los líderes se quieren involucrar", explica una alta fuente comunitaria.

Frustración europea

También quieren que China muestre resultados para mediados de este año en el desmantelamiento de barreras que impiden a compañías europeas acceder a su mercado. Un ejemplo claro de la frustración europea son las negociaciones para proteger en su país un centenar de alimentos con indicación geográfica procedentes de Europa, un asunto especialmente sensible para los europeos.

Este acuerdo, además de otro sobre seguridad aérea, estaban a punto de ser concluidos a finales del pasado año. Sin embargo, los chinos se levantaron de la mesa por la adopción en la UE del nuevo mecanismo para reforzar la vigilancia de inversiones en sectores críticos.

El Gobierno chino admite que existe competición, pero ensalzan que la cooperación es "el principal eje" en la cooperación bilateral, según subrayó el pasado lunes su ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi.

Asimismo, el despertar colectivo de los europeos además coincide con la voluntad de mantener la unidad, un ejercicio complicado siempre que se trata de relaciones exteriores. Más aun con China, dado que la entrada de sus inversiones le ha granjeado amistades, sobre todo en países como Italia o Hungría.

Además, China creó un foro con 16 países europeos (16+1), la mayoría miembros de la Unión Europea, para estrechar las relaciones al margen de Bruselas. "Por primera vez existe una estrategia común, aunque no exista un alineamiento total de los intereses y visiones", valoró Macron el pasado viernes tras la cumbre.

Del lado español, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ahondó el pasado viernes en la misma idea tras el encuentro con sus colegas europeos. "El mensaje del Gobierno es que juntos somos más fuertes, no solo con China, también con otros Estados Unidos y otros países", comentó a los periodistas.

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