
El sueño de Italia es volver a la epoca dorada de Marco Polo, el comerciante veneciano que en el siglo XIII recorrió la ruta de la seda y sobre sus viajes y sus negocios escribió un libro que se convirtió en un clásico de la literatura transalpina: Il Milione.
Sin embargo, el proyecto de la Belt and Road Initiative (conocido como nueva ruta de la seda), tiene muy poco que ver con el antiguo corredor comercial monopolizado por la Serenísima República de Venecia y es más bien un plan impulsado por Pekín para crear una gran red de infraestructuras bajo control chino para conectar la potencia asiática con los mercados de Europa y África.
El temor al expansionismo chino alertó durante las últimas semanas la Comisión Europa: según Bruselas la participación de Italia a la nueva ruta de la seda, confirmada el sábado con la firma del acuerdo entre el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro italiano Giuseppe Conte, no solo "pone en riesgo el mercado único, sino los propios valores económicos y sociales de la Unión". Por esto el presidente francés Emmanuel Macron se encontrará mañana con Xi en París junto la canciller alemana Angela Merkel y al titular de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, con tal de "encontrar puntos de convergencia entre Europa y China" según explicó la presidencia gala.
Francia y Alemania siguen defendiendo la necesidad de controlar las inversiones de Pekín y están preocupados por la compra de conocimientos y tecnologías europeas clave por parte de grupos chinos. A cambio. Italia, con una economía estancada por la ralentización global y la falta de inversiones, tiene muchos menos recelos: si quiere salir de la recesión en la que acaba de entrar el país transalpino necesita capital fresco y sobre todo un nuevo empuje a sus exportaciones.
Por esto Xi Jinping, el pasado viernes, fue acogido con todos los honores por el presidente de la República Sergio Mattarella y un día después se reunió con el primer ministro Conte para la firma de los acuerdos en la que participaron también los ministros chinos de Exteriores y Comercio y 300 empresarios de distintos sectores. Michele Geraci, subsecretario de Estado de Desarrollo Económico e impulsor de los acuerdos comerciales con Pekín, indicó a la prensa italiana los objetivos del Gobierno transalpino.
"En Italia hay 220.000 empresas que exportan. Tenemos que subir tanto el numero de empresas como el valor medio de las exportaciones por empresa. En 2018 nuestras exportaciones crecieron un 3%, el equivalente de un punto de PIB. Estamos hablando de un pilar de la economía italiana, aunque hoy en día somos el farolillo rojo en los negocios con China" declaró Geraci al portal Huffington Post, indicando que "si Italia exporta a China 13.000 millones de euros y Francia 20.000 mi objetivo es cerrar esa brecha de 7.000 millones".
Las previsiones de Sace, la aseguradora pública de créditos a la exportación, indican un crecimiento constante de las exportaciones hacia China y prevén que en 2021 Italia roce justo los 20.000 millones de euros. China es el noveno mercado mundial para las exportaciones italianas lideradas por la industria alimentaria, la mecánica, la energética y las infraestructuras. Según un informe publicado por el diario económico italiano Il Sole 24 Ore hay 1.700 empresas chinas participadas por accionistas italianos, con un volumen de negocio de 22.000 millones de euros. Por otra parte las empresas con participación china en Italia son 641 con un facturado de 18.000 millones.
"Los acuerdos que firmamos hoy valen 2.500 millones de euros, tienen sin embargo un gran potencial: 20.000 millones" declaró el sábado Luigi Di Maio, vicepresidente y ministro de Desarrollo Económico, tras la firma de los 25 acuerdos comerciales y empresariales entre Roma y Pekín