El sol recibirá este lunes a los más de 3.000 participantes de la élite empresarial y política, entre ellos 65 jefes de Estado o de Gobierno, que se reunirán esta semana en Davos (Suiza). Pero otro tipo de nubarrones ya oscurecen sus pasos. La economía mundial se desacelera (el FMI actualizará hoy sus previsiones para calcular la magnitud del frenazo). Y la polarización y las divisiones han crecido no solo entre las naciones, con una guerra comercial en marcha entre Europa, China y EEUU, sino también dentro de los países, según advierte el Foro Económico Mundial, organizador de la cita.
Mientras las líneas de división corren cada vez más profundas en la arena política, la desigualdad echa raíces en el terreno político. Según un informe de Oxfam que se publica hoy, la fortuna de los multimillonarios aumentó un 12% el pasado año, o unos 2.500 millones de dólares al día, mientras que las 3.800 millones de personas que conforman la mitad más pobre del planeta observó como su riqueza disminuía un 11%.
Superado el décimo aniversario de la crisis de 2008, el sistema financiero ha corregido algunos de sus fallos, pero está aun muy lejos de esa refundación del capitalismo que pidieron algunos en su momento como el ex presidente francés, Nicolás Sarkozy.
Con este telón de fondo, el Foro ha llamado por enésima vez a sus participantes, algunos de los cuales llegan a pagar más de medio millón de euros para figurar como socios, a corregir los errores de la globalización y conseguir un crecimiento más inclusivo. Y la novedad de este año, un llamamiento a repensar el sistema multilateral.
'¿Estamos caminando sonámbulos hacia la siguiente crisis? La respuesta es sí', comenta Alison Martin, jefa de riesgos de la aseguradora Zurich, y coautora del informe de riesgos globales que publicó el Foro la semana pasada.
La doctrina del atrincheramiento que domina en EEUU y cada vez más en Europa empieza a calar en la ciudadanía. Según un informe publicado ayer por el Foro, el 76% de los habitantes del planeta considera muy importante o extremadamente importante que las naciones colaboren para encarar desafíos comunes. Pero ese porcentaje se reduce hasta el 61% en el caso de los ciudadanos de Europa Occidental o el 70% de los de América del Norte.
El Foro intenta que el encuentro de los jefazos de las grandes multinacionales y altos cargos de los Gobiernos del planeta cuaje en resultados concretos. Ha creado mesas de trabajo sobre la desigualdad, la revolución digital o una alianza de líderes empresariales contra el cambio climático. También intenta favorecer el diálogo político en zonas conflictivas como los Balcanes.
Pero los debates teóricos sobre la globalización y el capitalismo, e incluso algún tímido 'mea culpa', queda dentro de las salas de los paneles. En los pasillos del centro de congresos del exclusivo resort suizo, en los hoteles donde reciben sus ejecutivos y sus cortes versallescas, y en las docenas de 'stands' donde agasajan a invitados y celebran sus cócteles, los intereses van por otro lado.
Los CEOs más atareados y disciplinados manejan agendas contrarreloj para cerrar en apenas cuatro días las reuniones de todo un trimestre. Otros oportunistas de startups intentan pescar su gran oportunidad en el estanque del dinero y el poder que representa Davos. Mientras que otros habituales aprovechan el encuentro para abrir o solidificar relaciones entre iguales, en reuniones sectoriales, fiestas privadas o viajes en los telesilla de las magníficas pistas de esquí del valle.
Buscando un hueco entre tal maraña de intereses económicos y crisis políticas, organizaciones civiles alertan dentro y sobre todo fuera del centro de congresos sobre la necesidad de dar un golpe de timón en la gestión del planeta.
El gran disolvente del sistema multilateral y enemigo declarado de la globalización, el presidente de EEUU Donald Trump, canceló este año su visita víctima de la polarización que él mismo ha provocado en su país, y que ha llevado al cierre de su Administración.
Sí acudirá una nutrida delegación de líderes europeos, que incluirá a la canciller alemana Angela Merkel y el retorno de España con Pedro Sánchez, tras casi una década de ausencia de Moncloa.
Gran parte de la atención se la llevará sin embargo el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Bautizado como el 'Trump tropical', es el último exponente de la oleada política que busca resultados a partir de las divisiones más que de construir coaliciones, tanto en la política doméstica como en el panorama internacional. La antítesis del espíritu que algunos quieren ver en Davos.