
La primera ministra, Theresa May, aseguró ayer que Gran Bretaña se adentrará en terreno desconocido si el Parlamento rechazara su acuerdo para el Brexit a mediados de este mes. La líder británica aseguró que en esta ocasión no se iba a intentar retrasar el voto de los legisladores como ya ocurrió anteriormente.
Gran Bretaña abandonará la Unión Europea el próximo 29 de marzo, pero hasta ahora la incapacidad de May para obtener la aprobación en el hemiciclo para una salida acordada ha alarmado a los líderes empresariales e inversores que temen que el país se dirija a una dañina ruptura sin acuerdo.
May dijo que la votación en el Parlamento se realizaría alrededor del 15 de enero, como se esperaba y contrariamente a las informaciones que apuntaban a que podría retrasarla. La gobernante británica ya retrasó la votación una vez, en diciembre, cuando quedó claro que perdería a menos que se consiguieran más garantías por parte de la UE.
"Si el acuerdo no se aprueba en esta votación que está por venir, entonces realmente estaremos en un tierra ignota. No creo que nadie pueda decir exactamente qué sucederá en términos de la reacción que veremos en el Parlamento", aseguró ayer la primera ministra británica durante una entrevista a la BBC.
May prometió a la oposición que el hemiciclo tendría una mayor participación en el resto del proceso del Brexit y advirtió que rechazar su acuerdo podría impedir la salida de Gran Bretaña del bloque. "No permitamos que la búsqueda de lo perfecto se convierta en el enemigo de lo bueno, porque existe el peligro de que al final no tengamos Brexit", culminó.
En medio de la incertidumbre sobre los próximos pasos de Gran Bretaña, que van desde irse sin llegar a un acuerdo hasta no irse, una encuesta mostró que más británicos quieren seguir siendo miembros de la UE que los que se van, y que los votantes quieren tomar la decisión final a través de un segundo referéndum.
La encuesta, realizada por la firma YouGov, mostró que si se celebrara un referéndum de inmediato, el 46 por ciento votaría para quedarse, el 39 por ciento votaría para irse y el resto no sabía, no votaría o rehusó responder la pregunta.
Cuando los indecisos y aquellos que se negaron a contestar fueron retirados de la muestra, la división fue de 54-46 a favor de quedarse. Eso coincide en líneas generales con otras encuestas de los últimos meses que muestran un electorado profundamente dividido, en el que la opinión se ha inclinado ligeramente hacia permanecer en la UE. El referéndum de 2016 que decidió la marcha de Reino Unico del resto de la UE, más del 48 por ciento de los británicos votaron a favor de irse. La encuesta, en la que participaron más de 25.000 votantes, fue encargada por la campaña People's Vote (voto popular), que encabeza un impulso cada vez más fuerte para un segundo referéndum sobre el Brexit.
Mal pronóstico alemán
Por otro lado, el ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz, adelantó ayer en declaraciones al periódico dominical alemán Bild am Sonntag que los largos años de auge económico en Alemania comenzaron a llegar a su fin a partir del último año fiscal de 2018. "Los buenos tiempos en los que el Estado recaudaba más de lo esperado se están agotando", advirtió. "Los años de las vacas gordas han terminado", subrayó.
El político reafirmó las aspiraciones de su partido de convertirse en primera fuerza en las elecciones generales de 2021 y ocupar la jefatura de gobierno. Sobre si se creería capaz asumir la cancillería, el líder de centroizquierda respondió con un rotundo "sí". Scholz es vicecanciller de la gran coalición en la que el Partido Socialdemócrata (SPD) es socio menor de los conservadores de la canciller Angela Merkel, quien anunció su retirada de la presidencia de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y fue sucedida a finales de 2018 por Annegret Kramp-Karrenbauer.
"La señora Kramp-Karrenbauer acaba de decir que se espera de un presidente de partido que sea capaz de asumir la Jefatura de Gobierno. Lo mismo vale para un vicecanciller de Alemania. Pero esta no es una cuestión que nos ocupe ahora ni a la CDU ni a nosotros", añadió el ministro alemán.
El SPD ha perdido fuelle en los sondeos de opinión y oscila entre el 14 por ciento y el 16 por ciento. Los socialdemócratas aún debaten sobre los efectos de la flexibilización del mercado laboral impulsada por el excanciller Gerhard Schröder.
Scholz ha rechazado las demandas de sectores izquierdistas del partido de abolir las reformas, pero ha abogado por mejorar las prestaciones para los desempleados que aportaron durante años al sistema social. "El que pierde el empleo necesita una garantía para seguir capacitándose. Y el que trabajó 30 años y contribuyó al desempleo espera mejores prestaciones", dijo.