Economía

Theresa May ofrece esperanza para el Brexit para evitar la rebelión de su partido

  • Da por zanjado el 95% del acuerdo para el divorcio con la UE
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Theresa May se ha embarcado en un contraataque contra quienes pretenden desalojarla de Downing Street por su insatisfacción con la gestión de la salida de la Unión Europea, recordándoles que lo que está en juego no es su futuro en el Número 10, sino el "interés nacional". La primera ministra británica introdujo ayer un marcado giro estratégico al comparecer en Westminster para informar del proceso, evidenciando su consciencia de que la aprobación del acuerdo con Bruselas deberá superar siglas, dada la beligerancia de su propio grupo parlamentario.

La escalada es tal que podría acabar beneficiándola, ya que la virulencia empleada anónimamente por algunos de sus integrantes ha generado una improbable oleada de simpatía que podría resultar clave mañana en la reunión del denominado Comité 1922, el organismo al que los diputados tories deben dirigirse cuando han perdido la confianza en su líder. Antes incluso de que May regresase del Consejo Europeo de la semana pasada, las maniobras llegaron a tal nivel que May decidió romper su habitual cripticismo para informar abiertamente de unas conversaciones con los días contados.

Con que el 15% de los parlamentarios conservadores -unos 48 en total- exprese sus dudas, habría una votación, aunque el número vital es 158, los necesarios para echar a May, la mitad del grupo tory más uno. La clave, más allá de la aritmética, es cómo podría permanecer moralmente en el cargo si un centenar vota en su contra. Sabedora de estos movimientos y, sobre todo, consciente del daño que pueden hacer a estas alturas, la premier se ha anticipado, con la expectativa de desincentivar a los indecisos.

El 95% del acuerdo está zanjado, incluyendo la cuestión de Gibraltar, al futuro de las bases aéreas británicas en Chipre, el estatus de la ciudadanía o la colaboración en seguridad

Según expuso ayer en la Cámara de los Comunes, el 95% del acuerdo con la UE está zanjado, desde la delicada cuestión de Gibraltar, al futuro de las bases aéreas británicas en Chipre, el estatus de la ciudadanía o la colaboración en seguridad. No fue una sorpresa, por tanto, que el linde con Irlanda permanezca como el "verdadero escollo, y uno considerable, además". Los condicionantes siguen siendo el límite que Londres quiere aplicar sobre la cláusula de seguridad para evitar una frontera dura y la exigencia de que, en esta mera previsión de contingencia, el Ulster no reciba trato diferencial, incluso pese a la voluntad compartida de que sea una medida de última necesidad que esperan no emplear.

Pese a la sensación extendida de que la cumbre comunitaria solo había avanzado en la consideración de extender la transición posterior al Brexit, May destacó el "giro sustancial" evidenciado por la UE al aceptar su propuesta de que sea todo Reino Unido, no solo Irlanda del Norte, el que continúe en una unión aduanera si el acuerdo comercial no está a tiempo para el fin de la fase transitoria. Alternativamente, reconoció, esta unión podría ampliarse.

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