
Cuando Angela Merkel alcanzó la cancillería en 2005 la economía alemana emprendió un vertiginoso ascenso hacia la recuperación. Aumentó el crecimiento económico, bajó el desempleo y aquella Alemania que hasta entonces era vista como la enferma de Europa se convirtió en un país modelo.
Comentadas fueron las discusiones que trataron de atribuir la autoría de esa mejora. Mientras unos se decantaban sin dudas por la recién estrenada canciller, otros apuntaban a las reformas que su sucesor, Gerhard Schröder, llevó a cabo antes de caer derrotado en las urnas.
Mucho ha cambiado el estado económico alemán desde entonces. El que fue visto como modelo a seguir empieza a convalecer presa de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos y los crecientes problemas para encontrar personal cualificado. Desde entonces, y a la par que la Casa Blanca lanzaba sus amenazas arancelarias.
Las últimas, llegan desde los principales institutos económicos de Alemania que rebajaron su previsión de crecimiento para el país del 2,2% pronosticado en primavera a un 1,7%. Entre otras cosas, por repunte del proteccionismo. "La economía alemana pierde fuerza y la demanda exterior se ha debilitado a la vez que las empresas tienen cada vez más problemas para encontrar suficiente fuerza de trabajo", aseguró en rueda de prensa Roland Döhrn, director de Estudios del Instituto Leibniz para la Investigación Económica (RWI).
Tras seis años de crecimiento ininterrumpido, "los riesgos para la economía alemana han aumentado", así como el peligro de que estos lastres se prolonguen, minen el crecimiento e, incluso, si se combinan, den al trate con la expansión económica, advirtió.
Trabas al crecimiento: déficit de personal e impacto del exterior
Los principales problemas que acosan a la potencia europea provienen del exterior, como el creciente proteccionismo, la inestabilidad de los países emergentes, la posibilidad de un Brexit sin acuerdo y las dudas sobre la solvencia de la endeudada Italia, aunque también apunta ciertas sombras en la evolución interna.
El otro lastre para la economía alemana es el déficit de personal cualificado, que dada la situación del mercado laboral-en máximos de personas empleadas y en mínimos de desempleo-encuentra cada vez más difícil ocupar los puestos vacantes.
La Federación de la Industria Alemana (BDI) rebajó también su pronóstico de crecimiento para la mayor economía de Europa en 2018, ante una demanda más débil de productos alemanes debido asimismo a la mayor incertidumbre empresarial causada por las políticas comerciales de Trump y el Brexit.
Ahora se espera que la economía alemana crezca un 2,0% este año, por debajo de una estimación previa del 2,25%, mientras que las exportaciones aumentarán un 3,5% en términos reales, por debajo del pronóstico inicial del BDI del 5%.
La economía alemana, con un sector manufacturero orientado a la exportación y una cuota de exportación global de casi el 50%, se enfrenta a una amenaza grave, dijo el presidente de BDI, Dieter Kempf.
El gigante asiático es el socio comercial más importante de Alemania y Estados Unidos es su principal destino de exportación, por lo que su guerra comercial está afectando a los exportadores alemanes. Una circunstancia que perjudicará a la economía germana y que asimismo podría tener su repercusión en el resto de la eurozona, tal y como advirtió el economista jefe y miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, Peter Praet.