Economía

Los inversores dudan del Gobierno de Conte y empiezan a huir de Italia

  • Unos Presupuestos que embriden el déficit, claves para restaurar la confianza

Inversores extranjeros que siguen vendiendo bonos del Tesoro italiano; fondos de inversión norteamericanos que amenazan con una demanda colectiva por la actitud contradictoria del Gobierno sobre Atlantia; bancos que tiemblan por el temor de un contagio de la crisis turca, los derroteros que finalmente tomen los Presupuestos en los que el Ejecutivo empezará a trabajar las próximas semanas... Italia teme revivir el difícil verano de 2011, cuando acabó en el punto de mira de la especulación y en las salas de negociación de los grandes fondos de inversión internacionales. La consigna era vender cualquier activo relacionado con Italia. En siete años la situación no ha mejorado mucho, y el principal problema sigue siendo la abultada deuda pública.

Durante los últimos años, los Gobiernos transalpinos se esforzaron por mejorar la situación presupuestaria del país con tal de no volver a sufrir un diferencial superior a los 500 puntos básicos, pero no se ha conseguido erosionar la montaña de más de 2 billones de euros de la deuda transalpina. El único respiro vino del programa de compra del BCE que disminuirá progresivamente en los próximos meses, dejando que Roma se las arregle por su cuenta en los mercados. El paso atrás del BCE es el primer factor que espanta a los inversores. Durante los últimos tres meses el rendimiento del BTP (bono italiano a 10 años) se ha duplicado y ahora supera establemente el 3%, con un aumento del diferencial no sólo respecto a Alemania (unos 300 puntos) sino también a España (170 puntos, la distancia más grande desde 2011). El alza del coste de la deuda promete pasar factura a la frágil situación presupuestaria transalpina. En mayo, antes de la toma de posesión del Gobierno populista encabezado por Giuseppe Conte y conformado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga, el coste medio de la deuda italiana se situaba alrededor del 1%; hoy llega al 1,6. Si este nivel se mantiene en 2019, cuando Italia tendrá que vender bonos por un valor de 280.000 millones, el coste extra sería de 1.500 millones. El mayor coste relacionado con el aumento del diferencial de la deuda se podría sumar a los gastos previstos por el nuevo Gobierno perjudicando aún más la estabilidad presupuestaria.

Con la vista en el Presupuesto

Los analistas de Bank of America prevén dos escenarios: unos Presupuestos que no disparen el gasto público podrían tranquilizar a los mercados y hacer bajar el diferencial hasta los 170 puntos; si por el contrario el Gobierno mantiene sus promesas de recortes de impuestos y de nuevos subsidios, aumentando el déficit, el diferencial podría llegar a los 400 puntos.

Los analistas de Société Générale hasta consideran que la deuda griega, que en 2019 volverá a negociarse en los mercados, tiene "más potencial" que la italiana. Mientras, la agencia de rating Moody's ya ha anticipado que rebajará su nota de la deuda transalpina si el Gobierno, como anunciaron M5E y Liga en la campaña electoral, da marcha atrás a algunas reformas de los anteriores Ejecutivos, como la Ley Fornero que sube la edad de jubilación.

Los datos difundidos la semana pasada indican que la huida de los inversores internacionales de los bonos italianos aceleró en junio, con respeto a la ya considerable ola de ventas de mayo: vendieron BTP por un valor de unos 38.000 millones con respeto a los 34.000 de mayo. Los únicos que compran bonos son los bancos italianos (en el segundo trimestre adquirieron unos 40.000 millones de deuda pública). Pero las entidades financieras italianas no pueden compensar la falta de compradores foráneos: aún tienen que resolver el problema de los créditos dudosos y son de las más expuestas a la crisis de Turquía. El principal banco internacional del país, Unicredit, es accionista de Yapi Kredi, el cuarto banco turco y el más vulnerable según los analistas.

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