Milán
Génova empieza a interrogarse sobre los efectos económicos de la tragedia. El Ponte Morandi, con su kilómetro de largo y sus 90 metros de alto, era una de las vías de comunicación cruciales para conectar el principal puerto italiano (el primero para líneas de transporte marítimo y número de contenedores, que genera un valor de 10.900 millones de euros y ofrece 54.000 empleos) con el resto de Europa, siendo el uno de los puertos con más actividad del Mediterráneo. El puente soportaba un tráfico de 2,5 millones de vehículos cada año, el 30% de todo el tráfico que sale de Génova. Eso probablemente es uno de los factores que causaron su continuo desgaste.
Sin embargo, a pesar de los varios avisos de ingenieros y expertos sobre la inseguridad de la estructura, el Ponte Morandi siguió siendo, hasta el pasado martes, el camino obligado para salir de Génova, una ciudad apretada entre el mar y la montaña. Según informa la prensa italiana, en 2006 Santiago Calatrava se ofreció para diseñar a otro puente más ligero y moderno que pudiera reemplazar al larguísimo viaducto de hormigón.
Sin embargo, por aquel entonces, Autostrade, la principal operadora de autopistas en Italia (una empresa del grupo Atlantia), declaró que la demolición controlada del puente, que podría durar hasta un año, suponía un "grave riesgo para el tráfico viario regional". En otro informe de 2011, la operadora explicaba: "El Ponte Morandi es de hecho la única conexión existente que permite alcanzar la Italia peninsular al este, la Francia del Sur y España al oeste; es además el principal eje entre la ciudad de Génova, sus áreas residenciales de la periferia, el puerto de Voltri, el aeropuerto y los polígonos industriales del oeste. Esto provoca un desgaste intenso de la estructura, sujeta a fuertes tensiones".
Tren con el norte del país
Autostrade, de acuerdo con el Ministerio de Transporte y las administraciones locales, prefirió seguir realizando el mantenimiento del puente a la espera de construir un nuevo tramo de autopista, en vez de cerrarlo y paralizar durante un año el trafico de turismos y camiones entre Génova y la Riviera de Liguria en dirección de Francia.
Ahora que el viaducto se derrumbó sobre el valle del río Polcevera, la ciudad y su puerto quedan casi aislados. Los escombros han bloqueado la línea de ferrocarril que conecta Génova con el rico Norte de Italia y sigue hasta Suiza y la Europa Central. A un centenar de metros del lugar del derrumbe se puede ver la montaña de contenedores del grupo Spinelli, uno de los operadores de la logística de la ciudad, que ahora se enfrentan a una larga temporada de incertidumbre. "El derrumbe del Ponte Morandi representa, además de un hecho de gravedad indecible, una enorme emergencia para la actividad económica del puerto, sin duda el más importante de Italia" declaró a la prensa italiana Luigi Merlo, presidente de la patronal Federlogística-Conftrasporto y antiguo presidente del puerto de Genova, pidiendo que el Gobierno constituya una célula de crisis para enfrentarse al problema. Según Merlo, no está en peligro solo el transporte de mercancías, sino también el sector de los cruceros y los ferris. "En vilo hay 50.000 puestos de trabajo" indicó este experto.
El derrumbe amenaza también con pasar factura a la economía de Génova, especialmente a Ansaldo Energía, uno de los principales productores italianos de instalaciones para la producción de energía, con un volumen de negocio cercano a los 1.500 millones de euros, y cercano al puente.
Mientras tanto la ciudad se prepara para enfrentarse a otra emergencia: la anunciada parálisis viaria. De hecho todo el tráfico que antes cruzaba el Ponte Morandi será desviado hacia la muy transitada carretera nacional costera a unos escasos días de la operación retorno de verano.
