La primera ministra consigue una Ley del 'Brexit' a su medida
Theresa May ha vuelto a esquivar la derrota en el Parlamento y, esta vez, con consecuencias significativas para el Brexit. Una compleja concesión técnica permitió ayer a la primera ministra mantener la baza de abandonar la mesa de negociación, después de que los rebeldes conservadores diesen por buena sus garantías de que el Gobierno respetará el rol de Westminster en un escenario sin acuerdo.
Tras pasar en una semana de la gloria de abandonar invicta la Cámara de los Comunes a ser acusada de ofrecer humo, May logró ayer decantar a su favor la controvertida Ley de Retirada de la UE, que queda vista para sentencia casi como la había concebido. Al cabecilla del motín le pesó la responsabilidad de hacer caer al Ejecutivo y prefirió aceptar como válido el compromiso. Ahora, si las conversaciones con Bruselas concluyen sin éxito, el presidente de los Comunes será quien decida si la posición del Gobierno puede ser enmendada, una nimiedad que, sin embargo, encierra un alto significado: no solo mantiene para May el comodín de romper a su arbitrio, sino que le permite presentarse ante la UE libre de sospechas de estar a la merced del Parlamento.
Este fue el factor que más influyó sobre los rebeldes que se echaron atrás. Aunque es cierto que la concesión favorece más al Gobierno, el precio era demasiado alto, sobre todo, cuando faltan decisiones cruciales, como el encaje aduanero y sus efectos sobre la frontera irlandesa.