
En los peores momentos de la Gran Recesión, y de la crisis de la eurozona, el destino del euro estuvo estrechamente unido al de Grecia. La economía helena fue la zona cero de la crisis del bloque, el eslabón débil que a punto estuvo de desgarrar la moneda común. Los socios del euro respirarán aliviados este jueves, cuando se espera que den carpetazo al programa griego. De esta manera, el Eurogrupo dejará encarrilada la salida del país de ocho años de rescate, en tres paquetes de ayuda, y más de 260.000 millones de euros procedentes de sus vecinos europeos. | Macedonia del Norte y Grecia, un acuerdo que beneficia a ambas partes.
"Grecia está acercándose al final de un largo viaje, una Odisea si se quiere", dijo con cierto lirismo el pasado jueves el vicepresidente de la Comisión Europea para el euro, Valdis Dombrovskis. "El país ha pasado a través pruebas y tribulaciones, ha encarado adversidades y tareas difíciles, y lo no menos importante: ha resistido la tentación", señaló.
Atrás quedaron los momentos de tensión entre el Gobierno de Alexis Tsipras, y su entonces ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, con el Eurogrupo. Aquel mes de julio de 2015 en el que el entonces ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, puso por escrito la amenaza de un Grexit para que Tsipras pasara finalmente por el aro del tercer programa de ajustes a cambio de dinero.
Este año Grecia crecerá en torno al 2%, lo que le ayudará a mantener el superávit primario, antes del pago de intereses, del 3,5% que le piden los socios. Pero el país, que perdió un cuarto de su riqueza durante la crisis, todavía tiene el mayor desempleo y deuda pública de la UE: un 20 y un 178% del PIB, respectivamente.
La semana pasada el Parlamento heleno dio el visto bueno a las últimas reformas pendientes. Será entonces el turno del Eurogrupo para que cumpla con su parte del trato largamente esperada por Atenas: un alivio de la deuda griega.
Según explicó un alto cargo europeo la semana pasada, Grecia y sus acreedores se están acercando a un acuerdo sobre este punto. Es el asunto más controvertido, sobre todo por la bipolaridad en la que atrapó a Alemania, el principal prestamista de Grecia y halcón entre los acreedores. Berlín siempre ha querido al FMI a bordo para garantizar la disciplina de los helenos, pero al mismo tiempo rechaza la renegociación significativa de la deuda que pide el Fondo, que en su momento pedía una quita sobre el principal. Un tabú para los alemanes y el resto de socios, ya que los europeos son los principales tenedores de deuda griega con unos 189.000 millones de euros.
El objetivo de este acuerdo sobre la deuda es que el país pueda sobrevivir a las presiones del mercado, para dar tiempo a que las reformas tengan efecto y la situación fiscal del país continúe mejorando. El primer elemento del acuerdo será un colchón de liquidez de entre 11.000 millones y 20.000 millones de euros, suficiente para cubrir todos los pagos relacionados con su deuda hasta el finales de 2019 o principios del año 2020.
El acuerdo también incluye un aplazamiento de entre 10 y 15 años del reembolso de los préstamos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Esta revisión aflojaría la presión significativamente en el primer periodo tras el rescate, ya que los títulos del FEEF representan hasta el 40% del monto total prestado a Atenas.
Además, se le ofrecería a Grecia la posibilidad de reembolsar alrededor de 7.000 millones de euros de préstamos del FMI y otros títulos del Eurosistema, con tasas de interés superiores (alrededor del 3%) a las del FEEF o el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Por último, el Eurogrupo podría transferir unos 1.000 millones de euros anuales, hasta 2022, correspondientes a los beneficios que consiguió el BCE al adquirir deuda griega.
Vigilancia reforzada
El desembolso de estos 4.000 millones estaría condicionado a que Grecia complete la aplicación de las reformas acordadas, sirviendo así como zanahoria para controlar que su economía continúa encarrilada y no deshace las reformas del programa. Pero también podría haber palo si es necesario (aunque el castigo de momento nadie lo menciona), porque el país será sometido a una "vigilancia reforzada" que incluirá informes trimestrales, en lugar de semestrales como con otros países rescatados.
Olivier Bailly, jefe del gabinete de Moscovici, indicó la semana pasada que el acuerdo sobre los parámetros del paquete de deuda "se está acercando lentamente". Comentó que los inversores esperarán sobre todo a ver el veredicto del FMI sobre la sostenibilidad de la deuda griega con la aplicación del alivio que finalmente se aplique. Si el Fondo le da el aprobado, los inversores tragarán y Grecia tendrá un aterrizaje suave en los mercados.
Los europeos confían en que el paquete de deuda incluye suficientes medidas iniciales para convencer a los mercados y al FMI sobre la estabilidad del país al menos hasta 2030, lo que cubriría la mayor parte de las potenciales emisiones de deuda que Grecia tendría que empezar a realizar a partir de 2020.
Más allá del año 2030, Grecia y sus acreedores estudian la posibilidad de revisar los términos de los préstamos del FEEF, vinculándolo a su crecimiento económico para hacer las devoluciones sostenibles a largo plazo.