En un mundo dominado por la desigualdad económica dentro de los países, resulta vital que la movilidad social sea fluida y dinámica. España tiene un problema en el tipo de movilidad social relacionada con los estudios: la movilidad social vinculada al nivel de formación de los padres es particularmente baja en España si se compara con la OCDE. Es decir, si los padres tienen un nivel de estudios reducido es probable que sus hijos muestren un desempeño similar en el campo formativo. No obstante, esta inmovilidad en el campo educativo no se traslada al económico, donde España goza de un puesto privilegiado.
Mientras que un 69% de los hijos españoles de padres con estudios superiores van a la universidad, "sólo un un 22% de los hijos con padres que no han alcanzado la educación superior logran entrar en la universidad".
Por otro lado, un 56% de aquellos cuyos progenitores no han llegado al segundo ciclo de la enseñanza secundaria se quedan con un nivel educativo bajo, según muestra la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Los autores del estudio vinculan esos pobres resultados con el sistema educativo, y señalan que "pese a las mejoras de los últimos años", tiene el mayor porcentaje de la Unión Europea de alumnos que abandonan los estudios prematuramente (19,9% en 2015) y el nivel de competencias es "bajo", en particular entre los jóvenes.
España se sitúa entre los países con menor movilidad de los países miembros estudiados, en una lista que cierra Portugal y en la que, en el otro extremo, el país modelo es Corea del Sur.
Los ingresos sí se mueven
Sin embargo, si se examinan las posibilidades de ascenso en términos económicos, España está por encima de la media de las economías desarrolladas: España es uno de los países con mayor movilidad entre generaciones en términos de ingresos.
Un 28% de los hijos cuyos padres están entre el 20% con menores ingresos continuarán en España en la parte baja de la escalera económica social, comparado con el 31% en la OCDE.
En el otro extremo, un 34% de los niños españoles cuyos padres se sitúan entre el 20% de los más ricos se mantienen en esa franja privilegiada de ingresos, frente al 42% de media de los países desarrollados.
Por otro lado, para que el descendiente de una familia del 20% con menos ingresos llegue al nivel de vida medio en España hacen falta de media cuatro generaciones, frente a las 4,5 de media en la OCDE como conjunto (dos en Dinamarca, tres en Noruega, Finlandia y Suecia, y hasta 6 en Francia, Alemania y Chile y 7 en Hungría).

Y eso pese a que el nivel de desigualdad de ingresos en España es superior al de la organización y al de la inmensa mayoría de sus socios europeos, como Francia, Alemania, Italia, Bélgica y Holanda (con las excepciones del Reino Unido, Portugal, Grecia e Irlanda).
¿Cómo se puede mejorar la movilidad?
La OCDE recomienda "fortalecer el apoyo a los desempleados y actualizar los servicios públicos de empleo regionales... mejorar las habilidades del capital humano con baja formación entre los jóvenes promoviendo programa de vocación educacional y programas de educación para adultos".
Además, la OCDE cree que es muy importante que España aborde el problema del prematuro abandono escolar incrementando la eficiencia en el gasto en educación y mejorando la calidad del profesorado.
Por último, sería vital abordar los problemas de pobreza infantil mejorando el acceso al empleo de calidad para los padres. Es necesario que los niños puedan gozar de las mismas oportunidades y beneficios sea cual sea la situación social de sus padres, reza el informe.