
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está a punto de desatar una guerra comercial con la Unión Europea si Bruselas no cumple con su demanda de tomar medidas unilaterales para reducir la brecha comercial estadounidense con el Viejo Continente.
Washington ofreció exenciones hasta el próximo 1 de junio como margen para negociar un posible acuerdo antes de implementar sus gravámenes del 25% y el 10% sobre las importaciones de acero y el aluminio respectivamente.
Lejos de encontrar terreno común, la semana pasada el inquilino de la Casa Blanca avisó que el Departamento de Comercio investiga también posibles aranceles a la industria automovilística extranjera alegando, de nuevo, motivos de seguridad nacional.
"Hay una amplia gama de áreas en las que EEUU y la UE no están alineados y el uso de la sección 232 de la Ley de Comercio para justificar gravámenes al acero, al aluminio y quizás los coches suma a estas presiones", señala Catherine L. Mann, economista jefe global de Citi, quien también menciona otros puntos de fricción como el acuerdo nuclear con Irán.
Superávit comercial alemán
La próxima oportunidad de Europa para lograr algún tipo de aproximación con EEUU podría producirse el próximo miércoles, cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) celebre su consejo ministerial en París. Está previsto que el presidente francés, Emmanuel Macron, realice un discurso donde se espera que ofrezca su defensa a la globalización.
Sin embargo, a día de hoy, existen pocas señales que indiquen que el secretario de Comercio, Wilbur Ross, y la comisaría de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, lograrán aunar posiciones al margen del encuentro en la capital francesa. Ross, quien el 2 de junio viajará a Pekín para continuar con las negociaciones comerciales con China, ya anticipó a finales de abril, justo antes de la exención otorgada a la UE, Canadá y México, que su objetivo "serán cuotas si no se aplican aranceles". Una fórmula lograda con otros países como es el caso de Corea del Sur.
Dicho esto, un conflicto comercial entre aliados como EEUU y la UE, que ya cuenta con represalias para responder a la decisión de la Casa Blanca, "supondrá una pérdida para ambos", avisa Raoul Leering, director de análisis comercial de ING. Desde se punto de vista, "la economía estadounidense depende en gran medida de la demanda europea y viceversa" por lo que una guerra comercial transatlántica conduciría a una situación negativa para Washington y Bruselas.
Leering considera que reactivar las conversaciones sobre la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión no sólo evitaría entrar en un conflicto comercial dañino a ambos lados del Atlántico sino que también generaría mayores beneficios para EEUU que las concesiones unilaterales exigidas a la UE.
Hasta la fecha, los líderes de la UE se han mostrado dispuestos a aumentar la cantidad de gas natural que Estados Unidos puede exportar a Europa, así como al acceso recíproco de productos industriales, incluidos automóviles, o mantener conversaciones sobre una posible reforma de la OMC, si la Casa Blanca mantiene a Europa exenta de sus aranceles. Frente a la complejidad del congelado TTIP, Europa parece dispuesta a centrarse en reducir su superávit comercial con EEUU, una de las obsesiones de la Casa Blanca, que en los últimos 12 meses alcanzó los 157.000 millones de dólares (135.000 millones de euros), según la firma Panjiva Research.
El pasado 22 de mayo, tras el encuentro de los ministros europeos de Comercio en Bruselas, Malmström no estaba segura si estas concesiones serían suficientes para evitar una escalada de las tensiones. "Hemos visto señales que indican que las exenciones no se prolongarán por lo que o bien se impondrán aranceles el 1 de junio o habrá otro tipos de medidas restrictivas", reconoció. El ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, sugirió que será necesaria una oferta mucho más generosa de Bruselas para convencer a la administración Trump para que elimine la amenaza de estos gravámenes.
La UE ha dejado claro que, de activarse cualquier tipo de restricción, impondrá represalias por valor de 3.500 millones de dólares sobre importaciones estadounidenses. Aún así, esta situación ha generado tensiones dentro de Europa. Alemania, el país que más afectado se vería por los aranceles al acero y el aluminio, ha abogado por responder de forma generosa ademas de ser paciente con las demandas de Washington.
Por su parte, los Países Bajos y Francia han buscado una línea más dura, con Macron definiendo el comportamiento de Trump como una amenaza a la soberanía de la UE. El propio ministro de Comercio de Francia, Jean-Baptiste Lemoyne, recordó recientemente que "somos aliados, pero no somos vasallos", en referencia a la relación entre EEUU y la Unión Europea.