Los líderes europeos reunidos ayer en la cumbre en Sofía (Bulgaria) se mostraron dispuestos a buscar una solución con Washington, aunque una fuente comunitaria matizó que "no lo haremos con una pistola en la cabeza". Los mandatarios aceptarían la propuesta de la Comisión de ofrecer a EEUU reforzar la cooperación energética para que exporte más gas licuado a Europa; cooperación en reglamentación de productos y para desbloquear la nominación de cargos en la Organización Mundial del Comercio; y el acceso mutuo a los mercados, sobre todo de productos industriales, incluyendo coches, aunque también en licitaciones públicas.
Pero con el matiz de que las negociaciones arrancarán cuando Trump garantice una exención permanente a las exportaciones europeas de acero y aluminio y, más importante en estos momentos, "sin límites" para las ventas europeas de estos materiales. "La UE esta incluso lista para hablar sobre la liberalización del comercio con nuestros amigos americanos, pero solo si los EEUU decide una exención sin límites de los aranceles al aluminio y el acero", subrayó en Sofía el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
De esta manera Tusk, como también hiciera el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tumbó la posibilidad de aceptar como solución una cuota generosa libre de cargas, al menos superior a las exportaciones de acero y aluminio del pasado año a EEUU. Esta ha sido una de las soluciones que han surgido en las discusiones entre los equipos de la Comisión y la Casa Blanca. Fuentes comunitarias temen el impacto que podría tener tal cuota y, además, cuestionan su legalidad, dado que los propios aranceles están basados en un argumento (seguridad nacional) que la UE disputa.
Aumentar las importaciones a Europa de productos estadounidenses es un punto muy importante para Trump, que busca reducir los 120.000 millones de euros de déficit comercial que tiene con los europeos. Y su gran obsesión es recortar la diferencia entre los aranceles que pagan los coches procedentes de cada lado (superiores para los estadounidenses).
Según las reglas de la OMC, solo se podrían revisar los aranceles si ambos socios negocian un acuerdo de libre comercio. Alemania, el país que más tiene que perder si se inicia una guerra comercial, está empujando para que al menos se discuta un acuerdo de libre comercio light (solo con tarifas). Pero otros socios, incluyendo Holanda y Francia, no quieren pasar por el aro de Trump.
"Berlín quiere encontrar una solución rápida para salir de la disputa, a otros nos preocupa más la relación a largo plazo con una Administración de la que no estamos seguros que quiera que se beneficie todo el mundo con los acuerdos", resumió una fuente diplomática.