
EEUU ha sido la gran potencia mundial durante las últimas décadas. Su poder económico, el apoyo de Europa y otros países importantes en sus regiones, han convertido a este grupo de aliados (la OTAN) en una fuerza militar imbatible. Sin embargo, las cosas están empezado a cambiar. El gasto en defensa de China está creciendo a un ritmo vertiginoso , mientras que algunas de sus armas aéreas más sofisticadas ya plantan cara a las de EEUU.
Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo "los mayores incrementos relativos del gasto en defensa entre 2008 y 2017 se han hecho en Camboya (+332%), Bangladesh (+123%), Indonesia (+122%) y China (+110)".
Asia gana peso económico con velocidad en el mundo, pero el crecimiento de su poder militar parece incluso superior. Los países de este continente están intentando formar unos ejércitos potentes que puedan proteger unos intereses económicos cada vez mayores, lo que no está pasando desapercibido en EEUU.
El aire gana peso en China
Durante más de un cuarto de siglo, EEUU y sus aliados han dominado los cielos en lo que a armamento militar se refiere. Occidente ha librado guerras con la seguridad de que ningún adversario podía competir en el aire. Sin embargo, poco a poco China y Rusia están recortando terreno a EEUU y poniendo en peligro la hegemonía de Occidente en los cielos.
El rápido avance tecnológico de la industria aeroespacial china, en particular en los sistemas de misiles aire-aire lanzados desde aeronaves, está modificando las reglas del juego para las fuerzas aéreas occidentales y el comercio mundial de armas. También está transformando el panorama para algunos vecinos de China como India.
Rusia fue la primera en modernizar su fuerza aérea aunque las mejoras han quedado lejos de ser un peligro para EEUU. La gran amenaza aparece en lontananza. El crecimiento de la economía china de unos (que ya alcanza los 13 billones de dólares de PIB) y los considerables avances en el campo de la tecnología, probablemente supondrán el mayor desafío estratégico de EEUU y sus aliados.
En 2017, el gasto chino en defensa aumentó un 5,6% en dólares constantes, mientras que el de Rusia cayó un 20%, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por la sigla en inglés). China gastó 228.000 millones de dólares el año pasado y Rusia, 66.300 millones de dólares, según el SIPRI.
"Teníamos un entorno en el cual podíamos hacer lo que quisiéramos en el aire, y lo que han hecho los chinos es decir ustedes ya no van a hacer lo que quieren", asegura Douglas Barrie, miembro sénior y especialista en el ejercito del aire del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
EEUU debe tener cuidado
Ahora, los comandantes estadounidenses deben tener en cuenta que existen posibilidades reales de sufrir bajas de pilotos y de aviones durante misiones aéreas, algo que había perdido cierta relevancia desde 1980. Durante décadas ha sido habitual ver a los aviones estadounidenses realizar operaciones en varios países con un riego mínimo de sufrir bajas o derribos, la superioridad tecnológica era abrumadora. Ahora, al igual que el poder económico se está dividiendo, con el militar está sucediendo algo similar.
La fuerza aérea estadounidense sigue siendo la más poderosa de lejos. Sin embargo, los rápidos avances de China se están produciendo en un momento sensible, no sólo por el incremento de las tensiones internacionales, también porque EEUU está empezando a alejarse de los que han sido sus aliados en el Mar del Sur de China.
Mientras tanto, el presidente Xi Jinping se ha fijado metas ambiciosas para imponerse en industrias avanzadas como la robótica y la inteligencia artificial y afianzar los intereses chinos en el disputado Mar del Sur de China y otras regiones.
Una de las estrellas del ejercito chino es el avión J-20, que aumentará aún más la capacidad de combate por aire de China y ayudará a las fuerzas aérea a llevar a cabo mejor la "misión sagrada" de defender la soberanía, la seguridad y la integridad territorial del país. Este avión podría estar diseñado con una tecnología avanzada para evitar los radares y los misiles como los Lockeed Martin F-22 Raptor estadounidenses.

Avión de combate J-20. // Fuente: Reuters
El cambio de China y Rusia
La puesta al día de Rusia y China comenzó hace mucho, ante la preocupación que suscitó la facilidad con que la fuerza aérea estadounidense demolió a sus adversarios en los años 90, según Vasily Kashin, especialista en aviación militar de la Escuela Superior de Economía de Moscú de la Universidad Nacional de Investigación.
En el caso de China, ese momento se produjo durante la primera Guerra del Golfo, tras presenciar la campaña aérea estadounidense que aplastó a las fuerzas armadas iraquíes, en ese momento mejor equipadas que las de China.
Para Rusia el toque de atención llegó en 1999, con la famosa campaña de bombardeos de la OTAN sobre la antigua Yugoslavia, encabezada por EEUU obligó, y que obligó a los yugoslavos a retirar sus tropas y tanques de la propia provincia serbia de Kosovo.
Taiwán (que China considera una provincia) también ha sido un factor de interés para Pekín. EEUU tiene destinados en la isla a dos grupos de combate encabezados por dos portaaviones para apoyar a la isla durante las disputas con China en 1996, además ha suministrado 18.000 millones de dólares en armas desde 2008.
De producirse ahora un nuevo rifirrafe, la situación podría ser bien distinta. China ha diseñado un nuevo misil aire-aire llamado PL-15 que tiene un rango que supera a sus homólogos estadounidenses y europeos. Este misil incorpora una tecnología que complica y mucho a los pilotos esquivar su impacto.
Además, China está desarrollando otro misil conocido como PL-XX, que esta diseñado para dañar los sistemas de alerta y control de los aviones y los centros neuronales desde desde donde se dirigen la guerras aéreas. Por otro lado, el nuevo misil PL-10 de China tiene una precisión muy elevada.
"En EEUU hemos estado de vacaciones durante 25 años y tal vez un poco más", comenta Michael Griffin, subsecretario de Defensa para Investigación e Ingeniería, en un reciente discurso ante el Instituto Hudson. "No hemos seguido financiando las cosas que nos habían llevado a donde estábamos, que era la cima de la montaña tecnológica".