Economía

Bruselas confía en subir el Presupuesto sin pedir más dinero a los Gobiernos

  • Prevé cubrir el aumento con nuevas fuentes de ingresos e impuestos
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

La UE encara una dura negociación los próximos dos años para sacar adelante su próximo presupuesto plurianual (2021-2027). Necesita más dinero para tener una oportunidad frente a EEUU y China en plena revolución digital. Pero los contribuyentes netos a las arcas comunitarias no quieren abrir la cartera, aunque se pierda a uno de los principales pagadores (el Reino Unido), y además haya más desafíos que encarar.

La Comisión Europea pidió la semana pasada contar con 1,28 billones de euros (un 1,14% del PIB europeo) para las viejas prioridades (como Agricultura y Cohesión) y los nuevos retos, incluyendo todos los fondos e instrumentos de la Unión. Ello supone 192.000 millones de euros más que el techo de gasto del periodo anterior (2014-2020), cuando el presupuesto de la Unión representaba alrededor de un 1% de su riqueza.

Pero dada la oposición de Austria, Suecia, Dinamarca y Holanda a contribuir con más dinero, y una generosidad más limitada de Alemania de lo inicialmente indicado, la CE busca que los cofres de la Unión se nutran con nuevos impuestos o instrumentos. Así espera recaudar 22.000 millones por año (o un 12% del presupuesto).

Ingresos del mercado de emisiones

El Ejecutivo comunitario propone quedarse con un 20% de los ingresos del mercado de emisiones que lanzó para combatir el cambio climático, fondos procedentes de la base imponible consolidada del Impuesto de Sociedades, y una contribución nacional en base a los plásticos que no se reciclan (unos 0,80 euros por kilo). Teniendo en cuenta estos nuevos ingresos, y que no siempre se vacía el Presupuesto comunitario, la Comisión estima que no hará falta pedir más dinero a los 27 miembros tras la salida de Reino Unido. Y recuerda que el aumento también se debe a que antes se excluía un fondo para políticas de Desarrollo que ahora se ha incorporado al Presupuesto y al que las capitales contribuían.

Pero está por ver que la contribución anual de estos recursos alcance las previsiones, o incluso que los nuevos gravámenes lleguen a ver la luz. El precio de los permisos de emisiones colapsó por la excesiva generosidad de los gobiernos (quienes concedían los permisos antes) con sus industrias. La consolidación de la base imponible aún se antoja más como un deseo que como una realidad, aunque la Comisión rebajó la ambición de su propuesta. Y el impuesto al plástico deja a los Estados sin una prometedora herramienta fiscal para subvencionar sus cuentas nacionales.

Para Annika Hedberg, del centro de análisis European Policy Centre, estas propuestas son interesantes, pero abren preguntas sobre los nuevos impuestos, su viabilidad, los ingresos que van a generar, o incluso posibles externalidades negativas. "Requieren un escrutinio cuidadoso", añade. Y si las cuentas no salen, serán los miembros quienes tendrán que cubrir el agujero.

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