Los esfuerzos por revisar y actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o Nafta, por sus siglas en inglés) entran en una semana decisiva. El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, la ministra de exteriores canadiense, Chrystia Freeland, y el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo deben todavía cerrar los asuntos más espinosos, como las reglas de origen del sector automotriz, la disputa de conflictos o la obligatoriedad de revisar el acuerdo cada cierto tiempo.
Temas de calado que deben hallar solución en días, ya que, de lo contrario, la aprobación del actual Congreso de EEUU, controlado por los republicanos, podría estar en riesgo. Pero no sólo las legislativas de noviembre a este lado del Atlántico fomentan la necesidad de lograr un acuerdo inmediato, también las elecciones presidenciales del 1 de julio en México juegan un papel importante.
Sector automotriz
Aún así, el equipo negociador estadounidense sigue apostando por adoptar una línea dura, sobre todo en lo que a las reglas de origen se refiere. La administración Trump quiere que el 40% de las piezas de los vehículos fabricados en la región procedan de trabajadores cuyo salario alcance un nivel mínimo. En este sentido, Washington propone partir de los 16 dólares a la hora, una base que penalizaría a la industria automovilística mexicana.
Según datos del Centro de Investigación Automotriz, los empleados de las fábricas de producción mexicanas ganaron una media de menos de 6 dólares por hora el año pasado, mientras que el sueldo medio de los trabajadores de las plantas de piezas quedó por debajo de los 3 dólares a la hora.
Con estos niveles salariales, cualquier fabricante que ensamble sus vehículos en México enfrentaría aranceles en la frontera.
Incertidumbre y pesimismo
Fuentes cercanas a las negociaciones sugieren que hay una sensación creciente de incertidumbre y pesimismo en esta nueva ronda debido al entancamiento en los asuntos más críticos.
Al mismo tiempo, EEUU sigue aferrado a incluir en el TLCAN 2.0 una cláusula de expiración, lo que implicaría que este tendría que renovarse cada cinco años.