El programa que prueba el funcionamiento de la llamada renta básica (el Gobierno de Finlandia insistió en que no era tal) en Finlandia finalizará en 2019, después de que el Gobierno haya rechazado ampliar su duración. Ahora, el gobierno finlandés estudia poner a prueba otros beneficios sociales diferentes.
Desde enero de 2017, un grupo de 2.000 ciudadanos finlandeses fueron elegidos mediante un muestreo aleatorio entre desempleados que durante un periodo de dos años se han convertido en protagonistas del experimento mediante el que la Seguridad Social de Finlandia (Kela) les entrega 560 euros al mes libres de impuestos. En 2019 finalizan los dos años de prueba y parece que, por ahora, la renta básica ha llegado a su fin en Finlandia.
El Gobierno está trabajando en otros programas para las personas desempleadas que están reciclando sus conocimientos o que trabajan por lo menos 18 horas cada tres meses. "El gobierno está haciendo cambios para intentar alejarse de la renta básica", señala Miska Simanainen investigadora del Kela al periódico sueco Svenska Dagbladet.
El plan (ideado principalmente para analizar si la renta básica afectaba a los incentivos de las personas para aceptar un trabajo remunerado) no es estrictamente una prueba de lo que sería una renta básica universal, porque los pagos se realizan a un grupo restringido que cumplen unas características concretas, mientras que la renta básica universal sería una prestación que recibiría toda la población.
Dos años es poco tiempo
Se esperaba que este experimento arrojase luz sobre cuestiones clave del mercado laboral y el bienestar de las personas. Los datos preliminares demuestran que se ha reducido los niveles de ansiedad en algunos sujetos de la muestra, pero los datos no son concluyentes.
Olli Kangas, uno de los expertos involucrados en esta prueba, ha comentado que "dos años es un período demasiado corto para poder sacar conclusiones extensas de un experimento tan grande. Deberíamos haber tenido tiempo extra y más dinero para lograr resultados fiables", según recoge el diario The Guardian.
Algunas singularidades del programa
De una forma estricta, la renta básica universal sería un ingreso para todos los ciudadanos o residentes de un país, se les entregaría una suma de dinero sin condiciones sin tener en cuenta el nivel de renta ni su situación en el mercado laboral. El experimento de Finlandia no cumple con estos parámetros al estar dirigido en su fase inicial sólo a desempleados, que durante el proceso de dos años sí pueden encontrar trabajo y seguirán recibiendo este ingreso.
Por otro lado, la renta básica universal suele asociarse a partidos con una ideología muy progresista y de izquierdas. Sin embargo, este programa ha sido aprobado en Finlandia por una coalición de conservadores y liberales. Otro de los objetivos de esta mal llamada renta básica es intentar reducir el gasto social del país con la futura implantación de una sola renta.
Con ello también se lograría incrementar la eficiencia de la ayuda social. Un tipo de prestación universal y homogénea acabaría con los 40 tipos de diferentes ayudas que existen a día de hoy en Finlandia, lo que reduciría por un lado el gasto en burocracia y por otro las desigualdades que crean las diferentes ayudas.