Economía

La embestida de Trump al sistema amenaza con acelerar una recaída global

  • Europa dice que no se dejará "intimidar" por las amenazas del presidente estadounidense

El mundo vive un periodo de optimismo y prosperidad. La confianza de consumidores y empresarios sigue marcando récords. El FMI revisa al alza sus proyecciones para la economía mundial (3,9 por ciento los dos próximos años) y todos los grandes países crecen por primera vez en años.

Pero bajo la superficie de los grandes datos y otros indicadores macro, el corazón del sistema global sufre una arritmia que le puede llevar al colapso. Sobrecargado por unos mercados demasiado boyantes, que para algunos se ajustarán y para otros estallarán sobre la economía global, la última carga le ha llegado del impredecible Donald Trump.

El anuncio del estadounidense de imponer aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y un 10 por ciento a las de aluminio amenazan con desatar una guerra comercial que incluso él mismo saluda. "Las guerras comerciales son buenas, y son fáciles de ganar", indicó el inquilino de la Casa Blanca.

Añade así más incertidumbre a la marcha de un planeta que lleva tiempo sin mapa ni brújula. Como avisó el vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen, las guerras comerciales se saben cómo empiezan, pero no cómo terminarlas. Y el americano parece dispuesto a alimentar la escalada tras la respuesta que pueda llegar desde Europa o China a sus aranceles. Los otros gigantes económicos ya han avisado que plantarán cara.

Los europeos han preparado aranceles a importaciones estadounidenses. Una lista cargada de simbolismo e intención política, que sufriría recargas del 25 por ciento. Pero si los europeos enseñan la pistola, Trump ya amenaza con sacar el bazuca y apunta a los coches europeos que llegan a su territorio.

De momento, el impacto económico para Europa de las restricciones de la Casa Blanca es mínimo, al no alcanzar los 3.000 millones de euros (un 0,3 por ciento del PIB español). Pero, tal y como advierte André Sapir, del centro de análisis Bruegel, "los mercados se podrían poner nerviosos si arranca una guerra comercial". "Trump ya está hablando sobre ello, los europeos anuncian contramedidas, y se podría entrar en una espiral que crearía un clima que terminaría por impactar a la inversión", explica a elEconomista. "El potencial para una escalada es real", reconoció el director de la Organización Mundial de Comercio a la agencia Ap.

Mano dura

El contagio a la economía real llegaría justo cuando el sistema financiero y sus bancos centrales caminan con miedo hacia un futuro que no pueden evitar: la normalización de la política monetaria. Cualquier movimiento brusco de los banqueros centrales podría también alterar a unos mercados cargados de activos sobrevalorados tras años de dinero barato. El ajuste que casi nadie disputa, y del que ya se vio un adelanto a finales de enero, podría convertirse en un gran tropezón.

El exceso de interrogantes, propicio para la aparición de cisnes negros, han convertido a la incertidumbre en la palabra reina en el último par de años. La inestabilidad política por la irrupción de las fuerzas populistas en los países desarrollados, que incluso borboteó también en la victoria del propio Trump o la salida del Reino Unido de la UE, podía adelantar el final del ciclo de crecimiento. Para inversores como el presidente de Bridgewater, Ray Dalio, hay bastantes probabilidades de que estalle una nueva recesión en un par de años. "El mayor peligro es que la gente no piensa que habrá otra crisis en uno o dos años," confesó el cofundador del Grupo Carlyle, David Rubenstein, el pasado enero en Davos. Europa sabe que Trump es un bully, y por lo tanto lo único que funciona con él es el tono duro. "No nos vamos a dejar intimidar", cuenta a este diario un alto cargo europeo en privado. La tensión se ha ido acumulando desde el año pasado, cuando el estadounidense ya empezó a coquetear con los aranceles. "Nuestro humor es cada vez más combativo", avisó ya el pasado julio Juncker.

Pero aunque la Comisión Europea haya dejado preparadas las medidas para castigar a productos estadounidenses, Bruselas asume que será ella la que tendrá que tragarse el orgullo y bajar la temperatura, si no quiere ser corresponsable de un accidente global.

"Los europeos harán mucho ruido, pero incluso si EEUU les mantiene en la lista de los aranceles, no creo que activen la suya próximamente, porque es exactamente lo que espera Trump", argumenta Sapir. Por esa razón, el investigador añade que la posibilidad de que haya una recaída importante en la economía mundial, precipitada por Trump, "no es demasiado elevada".

Sin embargo, tal y como advirtió Katainen ayer, las embestidas de Trump no se dirigen tan solo contra el comercio global, sino contra el sistema multilateral en su conjunto, como también demostró con su anuncio de retirarse del acuerdo de París sobre el clima. "Tenemos que elegir si queremos un sistema de comercio y un mundo basado en las reglas, o basado en la ley del más fuerte", planteó el finlandés. "Nosotros queremos aportar valores al mundo del comercio", aseguró Katainen.

Pero los valores y los argumentos no son suficientes para Trump, quien continúa rompiendo la vajilla sin que nadie le plante cara para no romper toda la alacena.

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