
La legislatura toca a su fin. Después de más de medio año de bloqueo legislativo en el Congreso de los Diputados, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, comienza a convencerse de que no quedará más remedio que prorrogar los Presupuestos. Montoro así se lo trasladó al presidente Mariano Rajoy, quien también da por hecha ya la moratoria.
Como señalamos la semana pasada, el compromiso sobre las Cuentas del Estado tenía que alcanzarse antes de Semana Santa, a finales de marzo, para llegar a tiempo de aprobar el techo de gasto en julio. Pero el conflicto catalán hace imposible un acuerdo antes de esa fecha. El PNV trasladó al Gobierno que no se sentará en ninguna mesa de negociación con el 155. Lo contrario podría hacer que sus electores le pasaran factura.
Con esta premisa, Montoro intentó conseguir el apoyo de Pedro Sánchez. Pero el precio a pagar es demasiado alto, prohibitivo. En cerca de 30.000 millones evalúa el PP las peticiones de los socialistas para otorgar su apoyo. Una cifra desorbitada, que provocaría el incumplimiento del objetivo de déficit y nos trasladaría a la situación de emergencia vivida hace unos años. ¡Parece mentira, lo poco que han aprendido algunos!
El pacto con Ciudadanos ni llegó a plantearse, porque la suma de las dos fuerzas políticas es insuficiente para gobernar. Con este panorama, Montoro buscará el apoyo para el techo de gasto del año que viene y punto. Pero probablemente tampoco lo consiga, lo que forzaría la convocatoria de elecciones. Una parte del partido oficial baraja ya el último trimestre del próximo año, como fecha para los comicios. Así que 2019 será un año electoral, con autonómicas y municipales en primavera y generales, a fin de año.
En Hacienda dan saltos de contento. Con la prórroga de las cuentas generales, el cumplimiento del exigente camino hacia el 2,2 por ciento de déficit está chupado. Los compromisos alcanzados con los socios de PNV y Ciudadanos alcanzan los 12.000 millones, como hoy publica elEconomista.
Montoro prepara una batería de subidas de los sueldos a los funcionarios junto con una rebaja de impuestos selectiva para atraer a los electores díscolos, que en los últimos sondeos abandonaron el redil del PP para irse a Ciudadanos. Pero a partir del año que viene, las rebajas del déficit comprometidas con Bruselas son mínimas y su cumplimiento sería factible si el ritmo de crecimiento se mantiene elevado.
Por contra, la reforma de la financiación autonómica, que prometió por enésima vez, duerme el sueño de los justos. Tampoco tiene visos de salir adelante en esta legislatura. Para compensar a las autonomías infra financiadas, el titular de Hacienda comienza a lanzar globos al aire para sondear una condonación de la deuda o de los intereses, que paga al Estado. Un parche para atraer a los barones socialistas, que amenaza con revivir las tensiones entre las autonomías, ya que premia a las más derrochadoras en detrimento de las austeras.
El primero en dejar el Ejecutivo será el ministró de Economía, Luis de Guindos, que este lunes será elegido vicegobernador del Banco Central Europeo (BCE). Guindos se saldrá con la suya, pese a las trabas puestas tanto por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como por el aún presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.
El exbanquero italiano lleva muy mal que desde el Ministerio de Economía español y el Banco de España se le acusara de otorgar un trato de favor a la banca italiana, en comparación con la española. Guindos tuvo que pedir un préstamo al Eurogrupo de 42.000 millones de euros para reestructurar las antiguas cajas de ahorro, que acabaron fusionadas o desaparecieron. Si embargo, el Gobierno italiano lo solventó con un aval y sin echar el cierre a ni una sola entidad gracias a Draghi. La proximidad de los comicios de marzo también condicionó la generosidad europea.
La salida de Guindos deja las manos libres a Francisco González para nombrar como sucesor a quien le dé la gana. La relación entre ambos es muy tensa. FG maniobró con Rajoy para quedarse con Bankia, después de saneada. Pero Guindos se negó en redondo y encima entregó las llaves de la entidad a su mayor rival, José Ignacio Goirigolzarri, a quien González había echado de BBVA unos años antes.
Muchos no se creen que FG se vaya a marchar, como anunció hace dos semanas. "Puede que ahora se quede un poco más para intentar la fusión de los dos bancos", apuntan algunos en el sector. Lo que casi nadie duda es que su sucesor casi de inmediato, o en unos años, será el exgobernador del Banco de España y del Banco Internacional de Pagos (BIS), Jaime Caruana. Ambos formaron parte del denominado "grupo de amiguetes" puestos a dedo por Rodrigo Rato.
La verdad es que FG dinamitó casi todos los puentes con Rato a raíz del ascenso de éste último a la presidencia de Bankia. Al parecer, FG llegó a soltarle: "Quítate de ahí (como presidente), tú no sabes de esto". Y desde luego, acertó. Por el contrario, la relación de Caruana y González se fortaleció con el paso del tiempo, según sus amistades, entre las que se encuentra otro exbanquero, Manuel Pizarro, del que no se sabe cómo habrá acogido el fichaje de Caruana, ya que su recomendado fue el actual consejero delegado y también aspirante al cargo de presidente, Carlos Torres.
El desembarco de Caruana en el consejo del BBVA, condición imprescindible para entrar en la carrera por la sucesión, chafa los planes, sobre todo, de José Manuel González Páramo, el único con altura suficiente para hacer frente a la candidatura del exgobernador.
Y mientras FG deshoja la margarita sobre el afortunado que herede su trono en el banco azul, a Rajoy le aprieta el zapato por designar al sucesor de Guindos. Ramón Escolano, Fernando Bécker o incluso Alberto Nadal son los que suenan mejor.
Bécker acaba de dejar la presidencia de Iberdrola España y su entorno pone en duda que Rajoy esté dispuesto a nombrarlo, porque estaría obligado a revelar la cuantiosa indemnización que acaba de embolsarse por dejar la multinacional. Muchos apuntan a su candidatura para el puesto de gobernador, que Rajoy ya le ofreció hace unos años, y que volverá a quedar libre en diciembre.
El nombramiento de Nadal también genera objeciones mientras que su hermano, Álvaro Nadal, sea titular de Energía y su mujer, Eva Valle, la jefa de la Oficina Económica de La Moncloa. No sería presentable que una parte del área económica del Gobierno quedaría en manos de una familia.
Así que el presidente tendrá que sacarse de la chistera más nombres o designar a Escolano. Esta semana lo sabremos, porque Guindos quiere presentar su dimisión nada más ser designado por el Eurogrupo. Lo que sí parece claro es que el presidente se inclina por acometer los cambios mínimos para no dar impresión de crisis ministerial. Sobre todo en estos momentos, que ni siquiera hay Presupuestos. Eso descartaría la opción de sacar a Isabel García Tejerina de Agricultura.
Además, nadie ve las ventajas de cambiar a la titular de uno de las ministerios que mejor funciona, con la exactitud casi de un reloj suizo, para tirar poco más de un año, hasta las próximas elecciones.
PD.-El conflicto en la última junta de la CEOE se esfumó como un azucarillo después de que Rosell dio marcha atrás con respecto al convenio con FAES, gracias a que tuvo la prudencia de no desembolsar ni un euro. Todo quedó en una batalla en un vaso de agua, aseguran en la organización, a la par que niegan que Rosell busque entrar en Endesa ya que es un puesto que no está disponible. Un error de cálculo corregido a tiempo.