Falta un mes para las elecciones generales de Italia y el miedo ya se está apoderando de analistas, banqueros, empresarios y consumidores. Todos temen la inestabilidad política que, sin embargo, según las encuestas, es la única certeza de los comicios que se celebrarán el próximo 4 de marzo.
El primer ministro Paolo Gentiloni, una entrevista a la agencia Bloomberg durante el reciente Foro Económico Mundial de Davos trató de sonar tranquilizador: "tenemos una experiencia lo suficiente buena en flexibilidad política y creo que esto nos ayudará". "Estoy convencido de que en cualquier caso Italia es y será un país estable. La cuestión es cuanto tiempo será necesario para formar Gobierno. Pero todos sabemos que estos no es sólo un problema italiano" añadió.
Sin embargo datos e informes sobre la situación transalpina justifican cierta inquietud. Según una nota difundida la semana pasada por el banco Nomura "se espera que las elecciones italianas sean uno de los más importantes eventos de riesgo de 2018 para la eurozona en su conjunto". Los analistas de la Global Market Research de la entidad japonesa indican que la complexidad de la nueva ley electoral facilita un "parlamento colgado", un resultado confirmado por las encuestas. Sin embargo según el informe "una gran coalición después de las elecciones es más probable que nuevos comicios". Y "si se podrá evitar un período prolongado de inestabilidad, creemos que el crecimiento será mayor que las expectativas del mercado en el período siguiente" indica el banco.
Empresas y consumidores italianos comparten las dudas de Nomura, pero no el optimismo: según Paolo Mameli, senior economist de Intesa Sanpaolo, el principal banco transalpino "la confianza tanto de las empresas como de los consumidores volvió a caer por sorpresa en enero". "El empeoramiento se debe sobretodo a las expectativas sobre la situación económica general del País: podría ser una primera señal del hecho que el cambio fuerte del euro [...] y la incertidumbre política [...] empiezan a pesar sobre las perspectivas económicas, por lo menos en las expectativas de los operadores económicos" añade Mameli.
"Los empresarios necesitamos un horizonte temporal de largo plazo para hacer nuestras inversiones" explica a elEconomista Riccardo Pasqua, tercera generación de la bodega familiar Pasqua de Verona que está apostando por el vino de gama alta en el mercado internacional -sobre todo alemán y norteamericano- para superar los 50 millones de euros de volumen de negocio.
"Lamentablemente la nueva ley electoral no va en esta dirección y no nos ayuda. Hay mucha confusión. Como empresario y como ciudadano me gustaría que Italia tuviese una visión de más largo alcance", añade Pasqua indicando que, a pesar de que las exportaciones de su empresa cubren el 90% del volumen de negocio, el marco fiscal y normativo italiano sigue penalizando al grupo. "Sobre papel los italianos somos los mejores, pero hay que competir con países mejor estructurados como Francia".
Otro problema al que se enfrentan las empresas exportadoras italianas es la mala imagen que la "confusión" política italiana trasmite a otro países, empezando por Alemania, mercado crucial para muchos grupos transalpinos. Hace un par de semanas el diario alemán Die Welt indicó en una pieza que "Italia es en absoluto el farolillo rojo de la eurozona, incluso peor que Grecia". El diario señala que "solo reformas estructurales como se hicieron en Grecia podrían cambiar algo" y que sin embargo tales reformas "no aparecen en ningún programa electoral de los partidos transalpinos".
El problema de Italia está desde hace tiempo a la vista de todos: un crecimiento débil acompañado por una abultada deuda pública. De momento el mercado de la deuda, que hizo temblar el país en 2011, no está sufriendo alteraciones, aunque a mediados de enero el diferencial marcó un repunte tras un informe de Moody's que indicaba como en "un 2018 más tranquilo que 2017 [...] sólo las elecciones italianas pueden tener consecuencias de amplio alcance para la unión monetaria, por la dependencia del país de las reformas estructurales necesarias para sostener el crecimiento".
De momento analistas y operadores económicos tienen pocos instrumentos para predecir el futuro: a la complexidad de la ley electoral, que dificulta hacer previsiones, se suma la desconfianza hacia las encuestas que en las ultimas generales de 2013 no habían previsto la resurrección de Berlusconi, el hundimiento del tecnócrata Mario Monti y el crecimiento del Movimiento 5 Estrellas. "Italia se prepara a elecciones cuyo resultado es más que nunca incierto" dijo hace algunas semanas el Comisario Europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, añadiendo "¿Cuál será la mayoría que saldrá de los comicios de marzo? Feliz el que puede saberlo...".