
Pablo Iglesias pone hoy fin a 25 días de ausencia pública con su discurso ante el Consejo Ciudadano de Podemos, máximo órgano decisiorio entre Asambleas, en el que debe hacer balance de 2017 -con especial atención al análisis que haga del mal resultado de las elecciones catalanas del 21-D- y marcar la hoja de ruta de la formación para 2018.
La cita, además, coincide con el malestar expresado por Izquierda Unida por el "desgaste preocupante" que sufre el partido morado, y que justifica según su coordinador federal, Alberto Garzón, mayor protagonismo de su partido de cara a las municipales y autonómicas de 2019.
El momento es especialmente delicado para Podemos. Su apuesta territorial, proclamando la plurinacionalidad del Estado, apoyando un referéndum en Cataluña y rechazando el 155, se quedó muy lejos de los resultados esperados el 21-D y los comunes no serán decisivos en la conformación del Govern.
Iglesias tendrá que hacer frente a las voces que cuestionan la estrategia en Cataluña, alarmadas por el desgaste que en el resto del Estado provoca el discurso de la plurinacionalidad haya sido en balde. "Hemos puesto mucho énfasis en una propuesta sobre la que tenemos razón -el referéndum-, pero no podemos hablar solo de la metodología para resolver el conflicto", deslizaba ayer el portavoz en el Senado, Ramón Espinar, en una entrevista en TVE.
Alejados de Pedro Sánchez
El resultado catalán ha sido el golpe que ha terminado por noquear a un Podemos en el que ya se advertían síntomas de agotamiento. La mejoría económica y el alejamiento del PSOE -después de que éste apoyara el 155- han dejado al partido sin discurso y más aislado que nunca en el arco parlamentario. Y ni siquiera es capaz de rentabilizar la corrupción con la misma eficacia que al comienzo de legislatura. "Nos va a tocar recuperar la España del 15-M", recomendó ayer Espinar a los suyos, reclamando la vuelta a un discurso más pegado a la calle.
La falta de pulso que se vive en Podemos pudo comprobarse el lunes, en la rueda de prensa posterior a la primera reunión de la dirección tras la Navidad. "Nuestro objetivo es echar a Mariano Rajoy", insistía la portavoz, Noelia Vera, como única propuesta del partido de cara a 2018.
Más allá de tender la mano -aunque sin mucha fe- a Pedro Sánchez para pactar una moción censura, nada. Tanto es así que Vera tuvo que aclarar que la formación "no da la legislatura por perdida" a pesar de que no se vislumbra ninguna capacidad en la izquierda de tejer algún acuerdo que inquiete a Rajoy.
El culpable, según Podemos, es el secretario general socialista. "El Pedro Sánchez que ganó las primarias ya no está. En los temas estratégicos, el PSOE ha demostrado que ya no quiere ningún acuerdo con nosotros", lamentó, recordando que los socialistas ya no les consideran "socio preferente".
Guiño 'socialista' a Garzón
A pesar de que en un primer mo- mento Podemos descartara siquiera plantearse renegociar la posición de IU dentro de la confluencia, lo cierto es que los de Iglesias tendrán que manejar con delicadeza el envite de Alberto Garzón y más aún cuando el PSOE está dispuesto a pescar en río revuelto. La vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra, manifestó ayer que su partido tiene las puertas abiertas a todos los que quieren luchar contra la desigualdad, y destacó que IU ha sido una "fuerza fundamental" con la que siempre han mantenido "una buena relación", lo que les ha permitido gobernar en muchos municipios y autonomías.
La mención de Lastra pone el dedo en la llaga en una de las fuentes de tensión entre Podemos e Izquierda Unida: la fractura en el seno del Ayuntamiento de Madrid y que provocó el cese del concejal de Economía, Carlos Sánchez Mato, una de las figuras clave de los de Garzón en la capital.
El poder municipal es la joya de la corona de Podemos y la prueba de que pueden ser también un partido de gestión. Su pérdida en mayo de 2019 sería un traspiés muy difícil de superar de cara a las generales de 2020.
Contradicciones
El partido no ha sabido dar una explicación unánime a la prolongada ausencia de Iglesias. "Está preparando el discurso", "es Navidad" o "somos un partido coral", han sido algunas de las razones que han esgrimido los dirigentes preguntados. Tampoco queda claro el discurso para justificar el declive que revelan las encuestas. El secretario de organización, Pablo Echenique, puso en duda los sondeos. Otros portavoces, más autocríticos, prefieren hablar de "altibajos" normales. "Nos encontramos en un momento complejo", aseveró Ione Belarra, quien advirtió, no obstante, que nadie debería "darles por muertos".