Economía

May vincula de nuevo la factura del 'Brexit' al acuerdo comercial con la UE

  • Rectifica solo unos días después del "pacto" con Bruselas
La primera ministra británica, Theresa May. Getty.

El Gobierno británico ha demostrado de nuevo que el peso de la realidad doméstica supera a los perjuicios de abandonar la Unión Europea sin acuerdo. Transcurridas apenas horas del "pacto de caballeros" que permitió desbloquear la negociación hacia la fase comercial, los protagonistas del Brexit han evidenciado su tendencia a retorcer aspectos esenciales una vez al norte del Canal de la Mancha.

Pese a arriesgar que el Consejo Europeo de esta semana paralice la transición, Theresa May ha vuelto a vincular el pago de la factura del divorcio a la consecución de un acuerdo comercial, mientras su ministro del Brexit ha arriesgado envalentonar una vez más a Irlanda, un país con derecho a veto sobre cualquier fórmula para la salida y cuya determinación por evitar una frontera dura estaba detrás de la parálisis reciente.

La primera ministra británica compareció ayer en el Parlamento para informar del hito alcanzado en las primeras horas del pasado viernes, cuando logró un consenso con la plana mayor comunitaria que permitirá que la cumbre de este jueves autorice la segunda fase. May confirmó la horquilla de entre 40.000 millones y 45.000 millones de euros avanzada ya por Downing Street, pero insistió en que cualquier montante dependerá de un entendimiento sobre la "futura relación", una conexión ratificada también por su ministro del Brexit y responsable de las negociaciones británicas.

De esta forma, tanto la premier como David Davies contradicen al titular del Tesoro, uno de los máximos adalides de una ruptura blanda. Philip Hammond había considerado la semana pasada "inconcebible" que Reino Unido "abandonase obligaciones que ha reconocido que son obligaciones", pero Davies declaró ayer mismo que su compañero de gabinete no se había "expresado correctamente".

La UE da la razón a Hammond

La UE, sin embargo, da la razón a Hammond y ha repetido reiteradamente que Londres está obligado a cumplir con los compromisos financieros asumidos antes del referéndum, independientemente del éxito del proceso. De ahí que los posicionamientos escuchados por parte de su futuro exsocio hagan poco por mejorar el ambiente ante el clave consejo de esta semana. De hecho, así lo había advertido el mismo Hammond el pasado miércoles, cuando admitió que ignorar los deberes financieros no haría de Reino Unido un "socio creíble para futuros acuerdos internacionales".

Tampoco ayudó la confusión generada por Davies apenas 48 horas después del acuerdo que permitió el progreso de las conversaciones: si alcanzar una fórmula en torno a Irlanda se había convertido en la barrera fundamental, el titular del Brexit inquietó innecesariamente a Dublín al mantener que lo consensuado el viernes era una "declaración de intenciones", una declaración que el Gobierno de Leo Varadkar interpretó como que no era vinculante.

De ahí que la UE interviniese para recordar al ministro británico que lo hablado era un "pacto de caballeros" y que el propio Davies intentase arreglar el desaguisado al aclarar que a lo que se refería era a que la intención de Reino Unido de evitar la reimposición de una frontera iba más allá de ser vinculante.

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