Economía

La factura británica revela las mentiras de una independencia 'gratis' para Cataluña

  • Como el 'Espanya ens roba', los 'proBrexit' culpaban a la UE de la pérdida de 350 millones semanales

Los compromisos que el Reino Unido ha tenido que asumir para desatascar las negociaciones del Brexit han puesto de manifiesto la gran mentira sobre la que se sustentó el referéndum del 23 de junio de 2016: que la salida de la UE no solo no tendría coste alguno para los británicos, sino les sería muy beneficiosa. Un argumento, el de que es posible una secesión a coste cero -o incluso muy lucrativa-, que aún mantiene el independentismo catalán, a pesar de que ya se sienten los perjuicios del 1-O y la DUI.

Existen numerosos paralelismos entre las razones argüidas por los defensores de la campaña del Leave -Salir- y los partidos separatistas catalanes. Sin embargo, la demostrada falsedad de los argumentos proBrexit no ha servido para que los partidos independentistas rebajen sus promesas sobre la secesión. De hecho, en el debate electoral celebrado el jueves insistían en que una Cataluña independiente contaría cada año con 16.000 millones más a su disposición.

Las similitudes en los discursos, no obstante, no ocultan algunas diferencias notables entre los casos británico y catalán. En primer lugar, que el tamaño y el potencial económico del Reino Unido -la segunda economía de la UE- le permiten afrontar con mucha más solidez que Cataluña un shock de este tipo. En segundo término, se trata de un Estado que se separa de una organización supranacional y no una región que se desgaja de su país -y también de la UE-. Y, finalmente, porque Gran Bretaña no tendrá que hacer frente a costes como la construcción de las estructuras propias de un Estado, que dispararían la factura de una hipotética separación de Cataluña.

En el caso catalán, además, existe un elemento adicional y que perjudica a la región: la conflictividad originada por el hecho de que el procés se impulsara sin acuerdo con el Estado.

La falacia económica

Junto con la baza de la inmigración, los probrexit prometieron que la salida de la UE mantendría en el Reino Unido una gran cantidad de dinero que estaba siendo enviado a Bruselas. En concreto se cifró en 350 millones de libras semanales -430 millones de euros-. La versión británica del Espanya ens roba, que fue utilizada por Boris Johnson, actual ministro de Exteriores británico y exalcalde de Londres, en su campaña a favor de la salida.

Horas después del referéndum, sin embargo, los partidarios del Leave reconocían que los 350 millones era una cifra errónea y que, además, no tenía en cuenta el retorno en forma de subvenciones, fondos o inversiones.

En esta misma línea, el independentismo catalán cifra en 16.000 millones anuales el expolio al que el Estado somete a Cataluña. Una cantidad que desmienten las balanzas fiscales publicadas por Hacienda o los cálculos realizados por el exconseller de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell.

La secesión sale a pagar

A la rebaja de la ganancia prometida, los británicos deben sumar los al menos 40.000 millones de euros con los que aún tendrá que contribuir a las arcas comunitarias hasta 2020 -un año más tarde, incluso, de que se consume la separación-.

¿Cuánto tendría que pagar Cataluña al Estado para compensar las inversiones o los activos en su territorio? Es prácticamente imposible ofrecer una cifra exacta y su cuantificación debería hacerse en una hipotética negociación política, aunque sí pueden obtenerse algunas aproximaciones. Así, por ejemplo, el valor de los activos físicos del Estado ubicados en territorio catalán asciende a más de 100.000 millones de euros.

Asimismo, también debería tenerse en cuenta que la viabilidad de algunos ámbitos de la economía catalana quedaría en entredicho. Uno de ellos son las pensiones. En 2016, por ejemplo, la diferencia entre lo cotizado y su coste en la región ascendió a 4.700 millones.

Otro es la financiación de la deuda. Al cierre del primer trimestre del año, ésta alcanzaba casi los 77.000 millones de euros, siendo el Estado, a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), el único prestamista de una Cataluña que tiene los mercados cerrados.

Finalmente, la última mentira en el ámbito económico que se ha puesto de manifiesto con el Brexit es la de que la separación convierte a un territorio en muy atractivo. Si bien es cierto que la economía británica no sufrió las turbulencias que auguraron los más pesimistas, la realidad es que las perspectivas del Reino Unido estaban sufriendo un declive muy relevante -en especial, conforme avanzaba el tiempo sin que la negociación fructificara-.

En Cataluña, a pesar de no haber conseguido consumar la secesión, el efecto del procés ha sido aún más ruinoso para su economía, tal y como ha puesto de manifiesto la fuga de casi 3.000 empresas, el aumento del paro en diciembre por encima de la media nacional o las caídas del consumo y el turismo.

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