
Concluye mañana martes el XIX Congreso del Partido Comunista Chino. Ante la retirada de los EEUU de Donald Trump, Xi Jinping ha venido perfilándose como el nuevo defensor de la globalización. Pekín se ha convertido en el primer socio comercial de 92 países, frente a los 57 de Washington. Da un paso al frente en la lucha contra el cambio climático. Reconfigura el orden global con el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Hoy China presta más a los países en desarrollo que el propio Banco Mundial.
Hay, sin embargo, aspectos en los que China prefiere no jugar un papel principal. Es el caso de la lucha contra el Estado Islámico o la crisis de los refugiados.
Xi es un líder visionario. Su megaproyecto del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda afectará la logística comercial de más de la mitad de la población mundial. Combina la ruta marítima que atraviesa el mar del sur de China y el Índico, así como otros corredores de transporte asiáticos, centros logísticos e inversiones. Una red que conectará economías remotas e impulsará una renovada prosperidad. Además de abrir mercados y exportar sobrecapacidad, generará empleo y reducirá las disparidades regionales. Mediante la prosperidad se promoverá la estabilidad política y la seguridad. Con el proyecto cuyo coste se estima en un trillón de dólares pretende, en última instancia, restaurar las esferas de influencia China a sus máximos históricos. Aeropuertos, puentes, túneles, telescopios y centros de lanzamiento de satélites atestiguan de igual modo el acelerado desarrollo chino.
Al mismo tiempo es un mandatario autoritario. Desde Mao, ningún gobernante había acumulado tanto poder como Xi. Los paralelismos con el fundador de la República Popular son evidentes. Su padre el general Xi Zhongxun, que combatió junto a Mao, estuvo entre los fundadores del PCCh. El joven Jinping fue uno de los 'príncipes rojos': herederos naturales del gobierno. Durante el último lustro ha resaltado sus semejanzas con Mao. La televisión estatal se refiere a él como "líder supremo" y la agencia oficial Xinhua lo llama "comandante supremo", títulos hasta ahora reservados a Mao. Con masivas sus purgas políticas eliminando todo disenso ha promovido la lealtad absoluta al PCCh concentrando el poder en su persona. Para Xi la realización del comunismo es "su ideal más alto y el objetivo final de su lucha".
Promete una mayor apertura del mercado y la protección de los intereses de los inversores extranjeros. Asegura que todas las empresas registradas en China serían tratadas de igual manera. No obstante, la Unión Europea y EEUU siguen reivindicando una mayor apertura a la inversión y el comercio. Señalan que el Estado continúa teniendo el control de la economía. Se quejan de que sus empresas no reciben idéntico trato al proporcionado a las chinas que invierten u operan en sus países.
Xi anunció una vez más que apoyará el desarrollo de empresas privadas y una competencia justa. Para este año el gigante asiático podría superar su previsión de crecimiento. El banco central chino calcula que se acercará al 7%. Gracias en buena parte a la inversión y el dinamismo de la iniciativa privada. Pero no solo. Xi aboga por respaldar las compañías de capital estatal. Propugna su "fortalecimiento, mejoramiento y ampliación". Es más, combatirá la pérdida de propiedad estatal y la reforma de empresas del Estado, al tiempo que impulsará la formación de una economía mixta. Junto a la necesidad de reformar las ineficientes empresas destacó la importancia de reducir los altos niveles de deuda en el sistema financiero.
Erradicación de la pobreza
Entre sus logros el líder destaca la erradicación de la pobreza, que se redujo de un 10,2 a menos del 4%. Pese a ello le preocupan los desequilibrios cuya existencia el mandatario - sin llegar a la autocrítica - ha reconocido durante el Congreso. Las grandes migraciones han creado nuevas masas urbanas. Los estratos medios emergentes acceden a medios de comunicación y redes sociales. Intentan mejorar sus condiciones de vida y perspectivas de futuro. Se resienten de las desigualdades que favorecen a los privilegiados y cercanos al poder, muchas veces asociados al tráfico de influencias y la corrupción. Los mensajes ideológicos del PCCh tienen cada vez menos relación con su vida diaria. En estas condiciones, el ideario oficial debe complementarse con elementos de nacionalismo para mantener cierta capacidad de motivación. Se buscan asimismo respuestas a la sensación de vacío e incertidumbre en otras fuentes, como la religión, que resurge de manera desordenada aunque dinámica, eludiendo en buena medida los controles. Consciente de estas complejidades del momento nacional e internacional, Xi cree tener las herramientas para continuar su trayectoria ascendente.
Xi ha procurado que el pueblo lo sienta "de su lado". Esto lo ha llevado, por ejemplo, a prohibir la ostentación de riquezas, las extravagancias de la publicidad… y en especial a lanzar fuertes ofensivas anticorrupción en todos los niveles.
El autoritarismo chino se deja sentir también en el exterior donde el mensaje supuestamente pacífico de 'Un cinturón-una ruta' choca con la agresividad de Pekín en el mar del Sur de China. O en el Himalaya donde se incrementa la tensión con India. China ha modernizado a pasos acelerados el Ejército Popular de Liberación, que ya cuenta con dos portaaviones, y este año inauguró en Yibuti (Cuerno de África) su primera base militar en el extranjero. Por otro lado, Pekín ha explotado su 'poder blando' con enormes inversiones en África.