
El Premio Nobel de Economía de 2017 se decide hoy en la sede de la academia sueca en Estocolmo, en un año que tiene en liza a decenas de candidatos cuyo trabajo académico abarca materias tan dispares como el cambio climático, el crecimiento económico y la política monetaria.
No obstante, aunque son numerosos los candidatos al premio de esta edición, los principales nombres que se barajan en la empresa especializada en la materia, Clarivate Analytics, son Colin Camerer, del Instituto Tecnológico de California, y George Loewenstein, del Carnegie Mellon University. Ambos son pioneros en el campo de estudio de la economía conductual y neuroeconomía, una área aún prematura de investigación en la que se aplican investigaciones científicas respecto a tendencias cognitivas, sociales y emocionales de las personas. Todo ello, con la finalidad de conseguir una mejor comprensión sobre la toma de decisiones económicas, en aspectos como la determinación de los precios de mercado, los beneficios y la asignación de recursos.
No en vano, aunque ellos son dos de los favoritos por su novedosa incursión en el terreno de economía conductual, otros expertos tienen posibilidad de ser galardonados por su aportación en áreas clave de la sociedad actual.
Es el caso de William Nordhaus, profesor de la Universidad de Yale, que ha desarrollado enfoques económicos para el análisis del cambio climático, incluyendo el modelo DICE, ampliamente utilizado para establecer una ponderación de los costes y beneficios devenidos de las políticas de lucha contra el efecto invernadero.
Economía, el 'último' premio
En 2016, Oliver Hart, de la Universidad de Harvard, y Bengt Holmström, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, compartieron el premio por sus aportes a la "teoría de contratos".
Cuando el magnate sueco Alfred Nobel (Estocolmo, 1833 - San Remo, 1896) dejó como legado destinar su fortuna a premiar aquellos campos que hacían mejor al ser humano, no pensó en la Economía.
En 1968, el Banco de Suecia intentó elevar la Economía al Olimpo al que el inventor de la dinamita había encumbrado a la Medicina, la Fisiología, la Literatura, la Paz, la Química y la Física. Desde entonces, la Real Academia Sueca de las Ciencias se viste de gala cada año para hacer entrega de este prestigioso galardón.