El Banco de Inglaterra está llamado a publicar hoy su diagnóstico sobre la preparación de la City para afrontar un Brexit duro. Después de que la Autoridad de Regulación Prudencial hubiese encargado al sector un informe acerca de cómo lo afrontarían, la nueva presidenta de la influyente Comisión del Tesoro del Parlamento británico ha demandado información al banco central, al que ha pedido también que se pronuncie sobre el acuerdo de transición ideal para minimizar el impacto del divorcio comunitario sobre la industria financiera.
La iniciativa de Nicky Morgan, conservadora y una de las voces más destacadas del frente que apuesta por mantener lazos lo más estrechos posible con la Unión Europea, confirma la línea fiscalizadora que los diputados de Westminster tienen previsto asumir ante las negociaciones de ruptura. La Cámara de los Comunes está dominada por parlamentarios que habían abogado por la continuidad en el bloque y su connivencia pro-Bruselas amenaza con complicar la ya delicada posición del Gobierno en minoría.
La intervención de Morgan, sin embargo, es comprensible, dados los riesgos que se ciernen sobre el corazón financiero de Europa, expuesto a un éxodo como consecuencia del Brexit. Muchos de los gigantes de la City han anunciado ya relocalizaciones parciales y, de acuerdo con un informe de la consultora Oliver Wyman publicado también ayer, 40.000 empleos peligran.
El resultado del referéndum no ha causado solo problemas. El índice del PMI de Markit confirmó ayer que la devaluación sufrida por la libra desde la votación del 23 de junio del pasado año ha permitido un repunte de las exportaciones, que crecieron el mes pasado al mayor nivel desde abril de 2010, el segundo desde que los registros comenzaron.
Como consecuencia, la actividad del sector manufacturero británico mejoró nueve décimas, hasta los 55,1 puntos.
