Economía

Beneficiarse de la recuperación italiana

Una economía calcinada, una moneda que no funciona, constantes disturbios políticos, desempleo masivo, niveles crecientes de pobreza y un sistema bancario en quiebra. En la última década no ha costado mucho sostener que Italia es un caso perdido del que más vale guardar las distancias. Con la posible excepción de Grecia, no ha habido otro mercado del que los inversores hayan estado más lejos.

Pero un momento: hasta las economías más muertas a veces ven un rebote cíclico que ocasionalmente puede convertirse en algo más duradero. En las últimas semanas, se han visto señales esperanzadoras de que Italia podría finalmente estar a punto de crecer. Si la eurozona está de verdad recuperándose, debería ser el país con el mayor potencial de ganancias el año que viene. Ya sube con más fuerza que Francia o Alemania y eso podría continuar durante mucho más tiempo.

De todas las estadísticas fulminantes sobre el rendimiento de la moneda única de Europa, pocas han sido más esclarecedoras que el hecho de que el PIB italiano no sea mayor ahora que cuando se incorporó al euro. Durante casi dos décadas, no se ha expandido casi nada. Una persona podría cumplir los cuarenta y haber pasado toda su carrera en un mundo de crecimiento cero y sin aumento de los salarios reales, si es que tiene la fortuna de tener empleo.

En el último mes se han visto señales de que eso podría cambiar. En mayo, la producción industrial creció un 0,7% por encima del 0,5% previsto. En base anualizada, la producción aumenta a un 2,1% anual. El índice de confianza PMI ascendió a 55,2 en junio, en un incremento mensual muy por encima del nivel de 50 que indica una subida de la producción. La confianza del consumidor, medida por el Instituto Nacional italiano de Estadística, creció hasta 106 en junio, mientras que la de las empresas también subió.

Es cierto que el desempleo sigue en aumento (subió al 11,3% en mayo) pero los pronósticos de crecimiento para este año siguen mejorando. El Banco de Italia ha elevado este mes sus previsiones para 2017 hasta una expansión del 1,4%. No es exactamente un milagro pero tengamos en cuenta que hablamos de Italia. Sería su mejor resultado en una década.

Ya se observan signos en los mercados italianos. El índice de referencia FTSE MIB ha crecido un 11% este año y un 28% en los doce últimos meses. Es mejor que sus homólogos. El DAX alemán aumentó un 9,8% desde principios de año y un 25% el año anterior. El CAC-40 francés aumentó un 7,5% y 20%, respectivamente. De todos los grandes mercados de capital de la Eurozona, Italia ya empieza a destacar del pelotón.

¿Podrá la economía italiana protagonizar una recuperación sostenida? Hay tres motivos para pensar que sí.

Primero, ha empezado a adecentar su sistema bancario. El mes pasado, el gobierno bombeó miles de millones en el rescate de dos bancos regionales en quiebra, marcando el primer paso de lo que parece un rescate largo y costoso de su sistema bancario. Los efectos para el sector han sido drásticos. Las acciones de Ubi Banca han subido un 60% este año y Unicredit, mucho mayor, ha subido un 24%. Puede que nunca llegue el momento en que fluya el crédito a las pequeñas empresas de la manera correcta pero al menos será mucho más saludable que en los últimos años.

Segundo, el agresivo programa del Banco Central Europeo de flexibilización cuantitativa ha empezado a causar efecto. No se pueden acuñar dos billones de euros de dinero nuevo sin que parte de la cantidad trascienda y, aunque ha tardado mucho tiempo en llegar, parece que finalmente ha avivado una recuperación. Cuesta saber exactamente cuánto de ese dinero ha llegado a Italia pero el saldo del "Objetivo 2" del país en el BCE, que liquida pagos transfronterizos en la eurozona, ha crecido marcadamente mes tras mes. Parece claro que una gran parte de ese dinero ha ido a parar al país.

Por último, Alemania, y Francia podrían estar por fin preparadas para reformar la eurozona. Una política fiscal común es sumamente necesaria para reciclar el aplastante superávit comercial alemán hacia la periferia. De hecho, los impuestos alemanes deben gastarse en países más pobres, del mismo modo que parte de los impuestos federales de California se destinan a Alabama o Misisipí. ¿La gran beneficiada? Italia, y sobre todo el sur del país. Hasta una transferencia relativamente modesta del 1% o 2% del PIB marcaría una gran diferencia.

Esos tres factores juntos y una pizca de lo que, según los estándares italianos, parece estabilidad política, no hay ningún motivo por el que no pueda expandirse al menos un 1,5% al 2% al año. No es una maravilla pero bastante mejor que nada. Tras dos décadas miserables, Italia es comprensiblemente barata. Partiendo de una serie de metodologías de valoración, la alemana Star Capital lo sitúa como el quinto mercado más barato del mundo de los 40 dentro de su radar. Apenas adelanta a Hungría y está detrás de Polonia. El gran mercado más próximo es España, en décima posición.

Aun así, el mercado es sede de grandes empresas. El FTSE MIB incluye a Yoox Net-a-Porter, líder en el negocio online de la moda, Campari Group, una compañía formidable de bebidas, y la marca de diseño Moncler. Se han pasado por alto pero merecen más atención. Italia nunca prosperará de verdad dentro de la eurozona. Tiene la moneda equivocada y sufrirá para recuperar el crecimiento de los ochenta y noventa, pero eso no quiere decir que no le pueda ir mucho mejor en los cinco años siguientes que en los anteriores, y los inversores pueden beneficiarse de ello.

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